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jueves, 21 de marzo de 2013

De como Salazar encontró un habitante en la tartera



Hoy iba a poner una de viajes, pero dado lo señalado de la fecha, pondré algo romántico. Como siempre vivencias propias, esta ocurrió en un viaje que hice con mi primo Jesús Javier, del cual no voy a dar su nombre, a Burgos. Y como siempre os aviso, ojo a los estómagos delicados. Pero da igual, sois unos osados y luego os quejais y me decís de todo por la calle. La decisión es vuestra

Pedro Salazar Ibiricu, en compañía de su primo Pablo Lizaldre Ibiricu, ha aparcado su DKV bajo el sombrajo del restaurante El León, en Villamayor del Río.

Pedro es un hombre prudente, y hace caso a las recomendaciones de la DGT: parar cada dos horas, no tomar alcohol en la conducción y hacer comidas frugales.
Así pues, se dirigen a la barra y contemplan esas gloriosas tarteras de callos, gordillas, albondiguicas, puerros y demás gastronomía ligera y frugal.
“Que vas a tomar?”
“Yo cerveza, que tengo que conducir”
“Dos cañas y una de callos y una de albóndigas”
El camarero está de espaldas instruyéndose con el marca, con la camiseta remangada y el bombacho caído. Se puede apreciar el final de la espalda y a continuación, la hucha. Esto es lo que Pedro y Pablo contemplan. Ahhh, el paisaje castellano, no les extraña que Antonio Machado se inspirase en la contemplación de tan bellas estampas.
Pedro acaba con el último callo y contempla en el fondo de la tartera una mosca. La pobre, ya fallecida, contempla a Pedro con ojos tristes. Es de buen tamaño, de las que tienen pelicos. Pedro, llevado por ansia de conocimiento biológico, intenta distinguir si es de las normales como las hay a cientos en el local, o es de las de culo azul que se dedican a transformar los excrementos animales en amoniaco. Ve, para su tranquilidad, que es una mosca vulgar.
Pedro sabe que Pablo es un hombre sensible y no resiste la presencia de insectos en la comida. Así que procura evitarle el mal trago
“Mira, mira lo que hay en el fondo de la tartera. Mira que mosca tan gorda”
“Arghhhh, arghhhh. Qué asco”
“Ostia, lo siento. Que no me acordaba de lo escrupuloso que eres. Perdona Pablo”
“Llama al camarero. Puaghhh puaghhh”
“Camareroooo, camareroooo”
“¿Qué pasa?, ¿Habéis encontrado habitante en los callos o que?

Os lo juro que fue así. El hijoputa de él lo dijo con toda la tranquilidad del mundo, como que era lo más normal. Ni se disculpó, si ofreció ningún tipo de explicaciones. Cobró, se dio media vuelta, siguió con el marca, y nos volvió a enseñar la hucha.

Tal cual

Una situación muy romántica, apropiada para un día tan señalado como el de hoy.

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