Pedro Salazar Ibiricu, el magnate de las achicorias,
ha ingresado en la prisión de Soto del Real. Su nombre ha aparecido ligado a
una trama de blanqueo de dinero por compraventa de terrenos. Hay personas
poderosas que le tienen ganas a Salazar y su nombre ha sido elegido para dar un
escarmiento a según qué contestatarios.
Pedro ha dejado su vestimenta depositada en
consigna. Ha sido concienzudamente registrado, ha pasado reconocimiento médico
y psicológico y uniformado con la ropa de prisión ha accedido a su celda con el
kit de preso. Toalla, papel higiénico, cepillo dental, pasta dentífrica…. Está
solo en su celda. Aislado
Pasan dos horas. Pedro siente ganas de hacer de
vientre. Lo esperaba. Pone unas tiras de papel higiénico en el suelo de la
celda y procede. Acto seguido, de entre las heces saca tres pequeños tubos.
Del primer tubo Pedro extrae un chip electrónico. Lo
fija a la cerraja y dos segundos después la cerradura electrónica se abre con
un suave clic. Ya es de noche y los pasillos están a oscuras y tranquilos.
Pedro sale a la galería y se dirige a otra celda.
Repite la operación en la cerraja y se le franquea el paso. Ahora abre la
segunda cápsula y toma en las manos un pequeño pincel. Entra en la celda y toca
con el pincelito la mano del preso que está durmiendo.
El preso abre ojos como platos pero no dice nada
“Buenas noches viejo amigo. Aquí estoy. No te
preocupes. Estás paralizado simplemente. Pero oyes y ves perfectamente. Te he
aplicado cutáneamente unas microgotas de veneno de pez piedra. Neurotoxina le
llaman. Es muy poca dosis, no te va a matar, simplemente estarás paralizado
unas horas. Cuando se disipe no deja rastro. Ningún médico analista encontrará
indicios de nada. No hay secuelas”
“¿Te acuerdas de nuestra última charla? Te dije que ibas
por mal camino. Que todo no es amasar dinero. Nuestra obligación como
empresarios no es únicamente la cuenta de resultados te dije. Te hablé de
compromisos sociales. De trabajadores tuyos que se tiraron por el balcón por no
poder pagar la hipoteca. De accionistas tuyos que perdieron su dinero por tus
tejemanejes. De clientes que dejaste tirados. De sueños truncados por tu afán
de riqueza”
“Y te reíste de mí. Me dijiste que el fin justifica
los medios y que tu único fin era la pasta. Me dijiste que la justicia no iba a
poder contigo. Y así parecía que iba a ser. Hasta esta noche viejo amigo. Es
hora de pagar”
Pedro extrae un finísimo cable del tercer tubo
“¿Ves viejo amigo? Se llama grafeno. Dicen que es
750 veces más resistente que el acero. Este es de mis laboratorios. Es 2000
veces más fuerte. Ahora en pocos segundos perderás la conciencia. No te
preocupes, es normal. Efecto del pez piedra. Tranquilo, no pasa nada”
Al otro preso se le dilatan las pupilas. Está
inconsciente y ni siente ni padece. Mejor, piensa Pedro. Hace un lazo con el
cable, alza al preso y le pasa el lazo por el cuello. Pone el catre de la cama
en pie y ata el otro extremo del cable. Y sin más cuelga al preso para que se
ahorque. No va a sufrir. Deja el taburete tumbado al lado.
Vuelve a su celda y se duerme
Al día siguiente Pedro es puesto en libertad con
todas las excusas de la fiscalía. Hubo un error en el cruce de datos con
Hacienda. Algo similar al caso de la Infanta. Una gran metedura de pata.
Pedro sale de prisión y sube a su exclusivo audi
A12.
“Me está preocupando señor Salazar”
“No pasa nada señorita Green. A veces hay que
arriesgar un poco”
“Ha ido demasiado lejos esta vez señor Salazar. Hackear
los ordenadores de hacienda para
introducir esa falsa información del blanqueo y propiciar su detención ha sido
muy aventurado”
“No lo fue. Tras el error con la Infanta no se pueden
permitir otro escándalo. Los riesgos estaban medidos. Y tenía que entrar en
Soto del Real”
“Tenemos ya confianza señor Salazar ¿Tuvo usted algo
que ver con el primer error, con el que se cometió con la Infanta?”
Pedro no contesta
“Tenga señor Salazar. La prensa”
Y Pedro lee el
titular “El antiguo presidente de la
CEOE y dueño de viajes Marsans se ahorca en su celda.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario