El sentido de esta entrada y la de mañana es
contaros qué se hace con un monte después de un incendio. Hoy os voy a hablar
de las soluciones que se adoptan por parte de la administración y el porqué de
las mismas
España años 80. Medio país calcinado tras los
incendios. Y todos provocados. Siempre, siempre había intereses tras la quema.
Intereses de empresas madereras, de papeleras, de los propietarios, de
ganaderos, de inmobiliarias… siempre se encontraban intereses.
Así que alguien en el estado, bienintencionado y con
buen criterio decidió que para acabar con los incendios lo mejor era cortar esa
cadena de intereses que se desataban. Y se hizo lo que se hace siempre, esto
es, prohibir. Dicho sea de paso y desde mi punto de vista, fue una decisión
acertada. Al eliminar los beneficios, oye, por arte de magia, los incendios
disminuyeron como por encanto. Los bosques se volvieron ignífugos. Fue una
buena gestión.
En esencia se prohibía el cambio de uso de un monte
tras un incendio. Con esto los intereses de empresas inmobiliarias desaparecían.
La gestión maderera se tutelaba por parte de la administración. Así pues se
controlaban los intereses de madereras.
Funcionó. Los incendios bajaron
Y la administración se reservó el derecho a
gestionar la repoblación de esas zonas quemadas.
Ahora viene la parte que yo entiendo que se quedó
coja. Se hizo una ley generalista. Y me parece bien a nivel de control de
intereses. Pero la gestión posterior del incendio se debe revisar. Nos
encontramos con un criterio temporal: cinco años. En cinco años no hay que
hacer nada.
Esto viene de un experimento americano. Yellowstone
ardió y el Gobierno Estadounidense
decidió no hacer nada. El bosque se recuperó maravillosamente. Pero claro, ya
era un bosque natural, no hecho por la mano del hombre
Este criterio de café para todos no es racional. No
es lo mismo un bosque mediterráneo que atlántico. Ni se comporta igual lo que
ha sido eucalipto que un pinar que matorral. Los bosques españoles que han
ardido la mayoría son pinares de repoblación, es decir, cultivos humanos. Y el
criterio que siguió América se copió al pie de la letra, cuando yo entiendo que
no debiera ser así. Se decide dejar un pinar sin tocar durante cinco años y
luego actuar. Eso es la teoría.
En Peralta lo que hemos visto (acordaos del incendio
de hace veinte años) es que se deja cinco, diez, quince... años y no se hace
nada. Y más en nuestros suelos yesíferos, con tan poco alimento los árboles no
“tiran”.
Os pongo fotos para qué veáis cómo se están
comportando nuestros pinares tras el incendio. Una inmensa manta de pinitos. Se
supone que dentro de varios años entrarán a aclararlos. A ver si la
administración cumple. Se supone que la densidad óptima de pino por hectárea
está en torno a los trescientos árboles. En Peralta ronda en algunas zonas los
treinta mil (he hecho un conteo en una zona, no os riáis)
Si no se aclara, el pinar no progresará. Y si
alguien desde nuestro pueblo no muestra interés y presiona no se hará nada.
Ojala me equivoque
Os dejo con las fotos para que veáis la germinación
tan bestial que se ha producido
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