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sábado, 4 de enero de 2014

Reflexiones que se hacen en el monte

Menudos cuatro nos juntamos el otro día haciendo entresaca en el proyecto “apadrina una robada”. Pues eso, que la robada apadrinada lo ha sido por Carlos y María con la ayuda de su hijo Carlitos. Pero resulta que a la robada aparte de padrinos le han salido tíos y primos.

Fuimos a echarles una mano Alfredo, su hijo pequeño y yo. Y como os digo aprovechamos para sacar algún pino para la teatralización del belén viviente.

En eso estábamos. La mano de obra especializada, léase conducción de vehículos a motor y utilización de maquinaria de la que corta caía en manos del que sabe, Alfredo, de profesión sus labores. El resto de la nómina, compuesta por un ingeniero de telecomunicaciones, un arquitecto técnico y un estudiante de grado superior nos encargábamos de las tareas rudas y de en las que se sudan. Acarreos y músculo. Parece mentira, con lo que hemos sido y en que nos hemos quedado. El del campo mandando y los universitarios a obedecer.

Oye, igual hay que exportar la idea al resto del país y funciona

Bueno, a lo que vamos

Al final de la jornada apareció la idea entre los universitarios de si es o no rentable la explotación de la masa forestal pinícola para la utilización en biomasa y pellet (biomasa=leña; pellet=taquicos de leña)

Enfrascados estábamos en tan elevada discusión el sector con formación. Que si coste horario, que si coste de maquinaria, que si transporte y distribución… vaya un nivel que para qué había entre nosotros. Casi casi teníamos la empresa montada y en funcionamiento.

Cuando en ese momento el del campo se baja del tractor a ayudarnos y oye la conversación. Nos mira como se mira a tres idiotas y simplemente nos dice:

“No es rentable”
“¿Por qué?”
“Parecéis tonticos. Porque si lo fuera, no quedaría ni un pinar en ningún pueblo de la ribera de Navarra. Los Ayuntamiento los hubieran cortado para pagar las fiestas o lo que tocara”

Ante semejante razonamiento no pudimos más que callar y asentir. El sector universitario apabullado ante el razonamiento más sencillo

Y encima, no contento con eso aún nos dijo

“Y en los kilos que habéis contado no habéis descontado el peso del agua que se seca. Merma un treinta por ciento. El aprovechamiento de madera puede aportar un treinta o treinta y cinco por ciento del coste del aclareo, no más”

Y doblemente apabullados decidimos callar y obedecer lo que el del campo mandaba. Muchas veces la experiencia es más que cualquier carrera.

 Creo que fue Unamuno quien lo dijo y se convirtió en el lema de la universidad

“Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”

Pues eso, allí estábamos en medio de la naturaleza esperando a que se nos prestase algo.

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