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viernes, 3 de enero de 2014

Capítulo nonágesimo “Aquí no hay nada”

Unas vacaciones de Semana Santa nos decidimos por la España Profunda. La verdad es que por el interior hay sitios bonitos y en aquellas épocas vacios. Este viaje fue hace unos dieciséis o diecisiete años.

Llevaba yo ya varios años aprovechando esas vacaciones de semana santa para ir al interior. A mi tanto Castilla como Extremadura me han parecido siempre sitios muy agradables. A esto lo unes con un buen yantar y paisajes de horizontes lejanos y qué más quieres para estar a gusto. El inconveniente que hace años las carreteras por esta zona no eran lo que son ahora, y la autada era considerable

El año anterior toco Guadalajara, la zona de la sierra del pico Ocejón y la parte de la arquitectura negra. Y al año siguiente optamos por Ciudad Real.

La provincia está muy bien. Muy llana y una vista de colinas suaves muy agradable. Yo cada vez soy más de este tipo de paisaje. Estoy más a gusto que en las zonas muy montañosas. El motivo es simple, aquí a poco que subas tienes un panorama impresionante. En el Pirineo, por ejemplo, para tener horizonte te tienes que pegar la sudada padre. Zángano que es uno

Ciudad Real tiene unos cuantos sitios que merece la pena ir. Los parques de Cabañeros y Anchuras son sitios espectaculares y el de las Tablas de Daimiel también, este quizás lo recuerdo un poco más masificado
En Cabañeros tuvimos un guía de lujo, un antíguo furtivo del parque. Un hombre bien entrado en los sesenta y que se conocía el lugar como yo vallacuera. Un placer. Al final de la visita nos mostró lo que consideraba el la joya del parque, un arbusto variedad de arce que decía que era único en España. No dijo que tenía un olor diferente. Se le encendçian los ojos de cariño hablando de su arbolito. Pero al pobre hombre casi le da un ataque de pánico cuando uno de Peralta echó mano al arbusto y se refrotó las manos, para acto seguido llevárselas a la nariz para “notar todos lo matices”. Como os digo, oxígeno le tuvimos que poner al guarda

El primer día llegamos a la capital, que era la base operativa; Ciudad Real. Dejamos los bultos en la habitación del mega hotel que teníamos, nos dimos una ducha para quitarnos lo mayor y bajamos a recepción. El encargado era un señor de mirada torva y malencarada

“Buenos días alegre recepcionista ¿Qué podemos ver en Ciudad Real?”
“Nada”
“¿Comoooo? ¿Algo habrá para ver, es la capital?”
“Aquí no hay nada”
“Pero, pero…..”
“Nada. Que no hay nada. No se molesten”
“Peroooo……”
“Joder”

Se agacha tras el mostrador y saca un mapa de la ciudad. Coge un boli colorado y marca un par de iglesias y el ayuntamiento.

“Aquí está la iglesia de San Fulano y esta es la de San Zutano. Y esto el ayuntamiento. Las dos iglesias son muy feas y el ayuntamiento el mas espantoso de España”

Nos dirigimos al centro un tanto extrañados por la actitud de tan solícito recepcionista. Nunca había yo conocido a nadie con tan poco apego por su ciudad. Y la verdad es que el hombre tenía razón. Las iglesias ya eran feas cuando las construyeron y encima les habían hecho una restauración espantosa. Y el ayuntamiento lo construyó un arquitecto a mitades del XX siguiendo los patrones de la arquitectura noruega normanda. Pa cagarte.

Cuando volvimos al hotel el recepcionista nos interrogó con la mirada

“Tenía usted razón. Aquí no hay nada”
“Ya se lo decía yo. Pero no se preocupen, la provincia es bonita y hay pueblos majos. Y aquí por la noche hay mucha marcha”

Oye, así fue. Un ambiente estudiantil impresionante. Como os digo, en la capital no hay nada, pero merece la pena ir a conocer la provincia

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