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viernes, 15 de noviembre de 2013

Prestige e historia



Bueno, anteayer tuvimos sentencia tras once años de espera. Un plazo normalito para España, y quizás normal para la instrucción de un caso tan raro y extraño como el que es. 


Una sentencia que ha llenado la radio del clamor de siempre “¿Y quién paga estoooo….?”. Yo creo que hay una palabra en el diccionario que es “accidente” y que los que estaban sentados en el banquillo poco tuvieron que ver con la intencionalidad del hecho. Si yo mañana mato a alguien con mi coche por no haberlo visto evidentemente no me van a condenar por asesinato. 

El capitán y el primero de máquinas del buque creo que hicieron todo lo que pudieron por salvar a su tripulación, carga y buque, que es el orden de prioridades de cualquier marino. El responsable político de tráfico mercante también. Otra cosa es que en ese banco faltasen acusados.

Eso es otra historia. Que la instrucción del caso adolezca de vacíos. Pero bueno, para eso están los recursos al Tribunal Supremo. Esperaremos otros once años

Vamos a bucear en la historia, que siempre es bonito y depara sorpresas.

Vamos a un periodo en la época humana en el que se vivió la mayor locura desde que nos bajamos de los árboles. La Segunda Guerra mundial.

Año 1942. Reino Unido sometido a un bloqueo naval bestial. La Armada Alemana tras el armisticio de Versalles que puso fin a la Gran Guerra (la primera, cuando hubo otra las empezamos a numerar) no podía disponer de grandes buques de guerra, así que apostó por los sumergibles. Imaginaos buques de ultimísima generación, con tripulaciones de chavales que no habían cumplido veinte años y con comandantes de veintidós acechando a los convoyes de transporte de munición y combustible. Imaginaos un atardecer frío, turbio y nublado, con aguas marrones y con oleaje y que vosotros vais por el Canal de la Mancha de tripulación en un mercante que lleva munición, y que vais escoltados por destructores estadounidenses y británicos. Y cinco de esos submarinos alemanes  perfectamente coordinados acechando en formación a tu barco. Preparados para hacer lo que mejor saben hacer, matar. Y eso hacen, eligen sus blancos, preferentemente buques de amunicionamiento y después petroleros. Se han hecho películas sobre los héroes militares de las guerras, pero hubo otros héroes civiles que son su sacrificio contribuyeron a acabar con el régimen nazi y son poco reconocidos

Entre 1942 y 1944 se hundieron 170 petroleros en el Canal de la Mancha. Y curiosamente, no hubo mareas negras. Qué curioso ¿No? ¿Por qué?

Sencillo amigos. Se sabía lo que había que hacer, y eran épocas convulsas en las que tontería pocas.
Tras el hundimiento los destructores abrían fuego contra el petrolero que se hundía. Metían unas cuantas cargas de fósforo que detonaban en el corazón del buque elevando la temperatura a dos mil grados instantáneamente. Y eso provocaba que todo el combustible ardiera. Fácil ¿No?

Ni una marea negra. Hace setenta años sabían hacerlo. 

En los primeros días del Prestige algún iluminado propuso meterlo en el puerto de La Coruña. Fueron los mandos de la Armada Española los que advirtieron del desastre que eso hubiera supuesto. Y también de este mismo departamento se propuso hacer lo que se hacía hace setenta años. Sencillamente meterle un par de misilazos con cargas de fragmentación-explosivas y volatilizar el petrolero y el petróleo.

Pero claro, los pichaflojas de políticos de todo el espectro político español se echaron las manos a las cabezas, eso que tienen encima de los hombros y usan para peinarlo. Y desecharon inmediatamente tan bárbara proposición. 

“¡Cómo vamos a recurrir a las armas, a la violencia, por el Amor de Dios!”

Y no se hizo. Un procedimiento que estaba probado y testado, propuesto por profesionales que sabían lo que se llevaban entre manos se desechó

Eso sí, luego llevaron al ejército acompañado de centenares de voluntarios a limpiar las costas. Y apareció eso del Trinca Mais. Y otro montón de politiquillos juntapalabras de todo el abanico arrimando el chapapote a su sardina

En ese banquillo faltaba gente. Había una solución, la menos mala y muy drástica, pero no se adoptó por mariflojez. A cambio, hubo una marea negra.

Que no me digan que lo del bombardeo es cosa de John Mclain en “La jungla VIII, el chapapote”. No es cosa de películas. Estaba probado y se sabía que funcionaba. Pero nadie tuvo el valor político para asumir esa idea.

Ya acabo con la historia. El arma submarina alemana fue la que mayores bajas tuvo en toda la segunda guerra mundial y en todos los ejércitos. De los 883 submarinos botados se hundieron 785 y sobrevivieron 108. Un 12%. El resto se hundió. Y tripulados por chiquillos de 19 años y comandados por hombres de 21.
La mayor locura colectiva que hemos vivido. Curiosa época para la vieja y culta Europa: o eras fascista, o eras comunista o eras inglés.

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