Bueno, anteayer tuvimos
sentencia tras once años de espera. Un plazo normalito para España, y quizás
normal para la instrucción de un caso tan raro y extraño como el que es.
Una sentencia que ha llenado la
radio del clamor de siempre “¿Y quién paga estoooo….?”. Yo creo que hay una
palabra en el diccionario que es “accidente” y que los que estaban sentados en
el banquillo poco tuvieron que ver con la intencionalidad del hecho. Si yo
mañana mato a alguien con mi coche por no haberlo visto evidentemente no me van
a condenar por asesinato.
El capitán y el primero de
máquinas del buque creo que hicieron todo lo que pudieron por salvar a su
tripulación, carga y buque, que es el orden de prioridades de cualquier marino.
El responsable político de tráfico mercante también. Otra cosa es que en ese
banco faltasen acusados.
Eso es otra historia. Que la
instrucción del caso adolezca de vacíos. Pero bueno, para eso están los
recursos al Tribunal Supremo. Esperaremos otros once años
Vamos a bucear en la historia,
que siempre es bonito y depara sorpresas.
Vamos a un periodo en la época
humana en el que se vivió la mayor locura desde que nos bajamos de los árboles.
La Segunda Guerra mundial.
Año 1942. Reino Unido sometido a
un bloqueo naval bestial. La Armada Alemana tras el armisticio de Versalles que
puso fin a la Gran Guerra (la primera, cuando hubo otra las empezamos a
numerar) no podía disponer de grandes buques de guerra, así que apostó por los
sumergibles. Imaginaos buques de ultimísima generación, con tripulaciones de
chavales que no habían cumplido veinte años y con comandantes de veintidós
acechando a los convoyes de transporte de munición y combustible. Imaginaos un
atardecer frío, turbio y nublado, con aguas marrones y con oleaje y que
vosotros vais por el Canal de la Mancha de tripulación en un mercante que lleva
munición, y que vais escoltados por destructores estadounidenses y británicos.
Y cinco de esos submarinos alemanes perfectamente coordinados acechando en
formación a tu barco. Preparados para hacer lo que mejor saben hacer, matar. Y
eso hacen, eligen sus blancos, preferentemente buques de amunicionamiento y después
petroleros. Se han hecho películas sobre los héroes militares de las guerras,
pero hubo otros héroes civiles que son su sacrificio contribuyeron a acabar con
el régimen nazi y son poco reconocidos
Entre 1942 y 1944 se hundieron
170 petroleros en el Canal de la Mancha. Y curiosamente, no hubo mareas negras.
Qué curioso ¿No? ¿Por qué?
Sencillo amigos. Se sabía lo que
había que hacer, y eran épocas convulsas en las que tontería pocas.
Tras el hundimiento los
destructores abrían fuego contra el petrolero que se hundía. Metían unas
cuantas cargas de fósforo que detonaban en el corazón del buque elevando la
temperatura a dos mil grados instantáneamente. Y eso provocaba que todo el
combustible ardiera. Fácil ¿No?
Ni una marea negra. Hace setenta
años sabían hacerlo.
En los primeros días del
Prestige algún iluminado propuso meterlo en el puerto de La Coruña. Fueron los
mandos de la Armada Española los que advirtieron del desastre que eso hubiera
supuesto. Y también de este mismo departamento se propuso hacer lo que se hacía
hace setenta años. Sencillamente meterle un par de misilazos con cargas de
fragmentación-explosivas y volatilizar el petrolero y el petróleo.
Pero claro, los pichaflojas de
políticos de todo el espectro político español se echaron las manos a las
cabezas, eso que tienen encima de los hombros y usan para peinarlo. Y
desecharon inmediatamente tan bárbara proposición.
“¡Cómo vamos a recurrir a las
armas, a la violencia, por el Amor de Dios!”
Y no se hizo. Un procedimiento
que estaba probado y testado, propuesto por profesionales que sabían lo que se
llevaban entre manos se desechó
Eso sí, luego llevaron al
ejército acompañado de centenares de voluntarios a limpiar las costas. Y
apareció eso del Trinca Mais. Y otro montón de politiquillos juntapalabras de
todo el abanico arrimando el chapapote a su sardina
En ese banquillo faltaba gente.
Había una solución, la menos mala y muy drástica, pero no se adoptó por
mariflojez. A cambio, hubo una marea negra.
Que no me digan que lo del
bombardeo es cosa de John Mclain en “La jungla VIII, el chapapote”. No es cosa
de películas. Estaba probado y se sabía que funcionaba. Pero nadie tuvo el
valor político para asumir esa idea.
Ya acabo con la historia. El
arma submarina alemana fue la que mayores bajas tuvo en toda la segunda guerra
mundial y en todos los ejércitos. De los 883 submarinos botados se hundieron
785 y sobrevivieron 108. Un 12%. El resto se hundió. Y tripulados por
chiquillos de 19 años y comandados por hombres de 21.
La mayor locura colectiva que
hemos vivido. Curiosa época para la vieja y culta Europa: o eras fascista, o
eras comunista o eras inglés.
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