Hace tiempo os conté una
historia de héroes
Hoy toca otra
Acalorada discusión el sábado
tras la cena. Todo empezó cuando un buen amigo mío espetó:
“Pues dicen que lo de Fukushima
es más grave que Chernóbil y que no se va a saber toda la verdad”
Y me sublevé bastante. Pero creo que con
razón. Siendo como es Fukushima un completo desastre, lo que ocurrió en
Chernóbil fue muchísimo más grave y las consecuencias peores. Pero bueno, como
hay y habrá mucha literatura sobre el tema y muchas mentiras, verdades y
verdades a medias en la red, no os voy a aburrir con esto.
Hoy os voy a contar una
historia. Una historia de héroes. De auténticos héroes, de los que aparecen
cuando el desastre es inevitable y sale a relucir lo mejor del ser humano.
El 26 de abril de 1986 se
produjo el accidente de Chernóbil. Al final os pongo un enlace al porqué
ocurrió. No me voy a extender en ello. Si os interesa ya sabéis, a pinchar.
Lo de hoy es algo mucho más
humano, una película de sacrificio y abnegación. Una de las mentiras más
injustas que se han lanzado es que los que se encargaron de gestionar y parar
el accidente eran poco menos que una cuadrilla de ignorantes y de inútiles.
Pues no. Lo más granado de técnicos soviéticos, de ingenieros geólogos y de
minas, lo mejor de sus equipos de emergencia y militares con una altísima
formación en guerra nuclear participaron en las tareas. O sea, que de
ignorantes nada. Es una falta de respeto hacia esa gente, que trabajaron en
condiciones infernales jugándose y perdiendo sus vidas. La exposición a radiación
se mide en roetgens/hora. Normalmente estamos expuestos a una radiación de 20
microroetgens/hora. Escribo el número: 0,00002 roetgens/hora. Los
“liquidadores” trabajaron con dosis de 5.000 rtgs/hora. Y sabían a qué estaban
expuestos.
Sí que hay una cosa cierta en el
tema de la achacada ignorancia: pasaron varias horas hasta que se supo que lo
que había estallado era el reactor. Al principio pensaron que lo que había
reventado era el intercambiador de calor del circuito primario y secundario, de
ahí que lo primero que se hizo fue lanzar agua fría sobre dicho intercambiador
con la pretensión de evitar lo que ya había ocurrido. Pero el agua actúa como
moderador neutrónico y “aviva la reacción” y complicó aún más las cosas.
Debajo del reactor había unas piscinas
que contienen agua. Su misión es condensar el vapor de las tuberías en caso de
accidente para evitar una sobrepresión. Estas piscinas estaban llenas del agua
de apagar los incendios y como os digo, debajo del reactor que se estaba
fundiendo. Si esta “colada” de fundición radioactiva llegaba al agua se
provocaría una nube de vapor radioactivo que afectaría a toda Europa. Lo que se
liberaría es “corio” y no tiene nada de gracioso ni de amable
Se tomó la decisión de vaciar
las piscinas y retirar el agua que en ellas
había. El problema es que todos los automatismos de la central estaban
inservibles. Había que ir andando, meterse en ese infierno radioactivo y a mano
abrir la válvula del fondo. Dos hombres se ofrecieron voluntarios, Alexei
Ananenko y Valery Bezpalov. El primero había sido de los ingenieros que
diseñaron la central y conocía donde estaban las válvulas. El otro era un
ingeniero de alto nivel que trabajaba en la central. El tercero era un currela
de la central: Boris Baranov, un jovencito.
Lo que iban a hacer era un viaje
a la muerte y lo sabían. Total que provistos de trajes de buceo y de lámparas
sumergibles se dirigieron hacia las piscinas. Exponerse a esa radiación es
brutal. Notas que la piel se te reseca, que se pone morena y que aparecen poco
a poco quemaduras por todo el cuerpo. Notas una sensación de agujas en las vías
respiratorias. Y notas como te vas muriendo.
El resto del personal estaba
contando los segundos sabiendo la qué se jugaban. Y de pronto oyeron el agua
fluir a través de los desagües de fondo mientras se dirigía a otro
almacenamiento.
Ese día estas tres personas
evitaron una catástrofe. Toda Ucrania se hubiera vuelto incultivable. Kiev, con
sus dos millones de habitantes, hubiera debido ser evacuada. Y Europa hubiera
visto su devenir diario muy comprometido. Todo esto hubiera ocurrido si estos
tres hombres no hubieran sido capaces de abrir el desagüe.
Y con su sacrificio Alexei,
Valery y Boris lo evitaron. Qué fue de sus cuerpos no está claro. Es muy
posible que sigan allí, enterrados en el hormigón del sarcófago que se
construyó
Pero que quede claro, ni eran
ignorantes ni inútiles. Y lo hicieron por responsabilidad, por humanidad y porque
sí.
Os pongo un mapa de hasta donde
llegó el material radioactivo
Y un par de enlaces por si
queréis saber más del accidente y sus causas
Y lo de Fukushima, siendo como
es muy grave, no tiene la gravedad de Chernóbil.
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