Primer
viaje a Austria. Si hay que definir a este país en pocas palabras es que todo
está en su sitio y por algo. Y eso lo trasladan al vivir diario y claro, así
les va. No salen en el telediario para nada, señal de que precisamente no pasa
nada. Pero bueno, gente divertida, mas dada a la fiesta que sus primos de
arriba, los alemanes y cordiales. Los suizos los utilizan como blanco de sus
chistes, así como aquí los hacemos con los pobres de Lepe o con nuestros
colindantes, allí usan a los austriacos.
Pues con
veinticuatro años y un passat viejico nos fuimos dos amigüitos a pasar una
semana en Suiza y otra en Austria. Eran los años gloriosos en que la peseta
estaba hinchada artificialmente y tenías una sensación de poderoso que para
qué. Luego al año siguiente hubo tres devaluaciones y pasamos a ser pobres de
solemnidad.
Conocer
la ordenada forma de vida austriaca fue todo un acontecimiento. Entonces mi
forma de viajar no era la de ahora, se trataba de madrugar mucho, estar todo el
día dando vueltas por la ciudad fotografiándolo todo y volver al camping reventados
y encima con la sensación de que aun habíamos visto poco.
Decidimos
comer un día en unos chiringuitos que hay en la plaza del ayuntamiento de
Viena. Un sitio impoluto y con una suave música de fondo cortesía del citado
ente. Era una especie de self-service. Mi primera sorpresa fue cuando me
pesaron la ensalada y me la vendieron a tanto el gramo.
“Ahhh”,
así se evitan al homo-gorronensis que pulula por los hoteles españoles y que le
guste o no se llena el plato, pensé.
Llegó el
momento de coger la bebida. Creo que la cerveza estaba a tres chelines. Pago
con uno de cinco y me devuelven cero.
“Oiga.
Cerveza tres. Mi dar cinco. Mi querer dos”
Y me
explican que no. Que me habían vendido la jarra. Que cuando yo devolviese la
jarra, me darían los dos chelines.
“Ahhhh”
así se ahorran recoger el vacío, pensé
Total
que a mitad de comida me apetece una segunda cerveza. Hacía calor y había
moscardones recuerdo. Pues cojo mi jarra de cerveza de dos chelines y me dirijo
a la barra de nuevo
“Mi
querer más cerveza en mi jarra de mi propiedad”
Me ponen
más. Doy otros cinco chelines y me devuelven dos cincuenta. Ahora es cuando ya
no entiendo nada.
“Cerveza
tres. Yo dar cinco. Vuelta ser dos, no dos cincuenta”
Y me
explica que como yo había llevado mi
jarra y me había puesto más cerveza en la jarra usada, el no la había lavado y
que por eso me descontaba los cincuenta peniques.
“Ahhhh”
así se ahorran el fregar, pensé
Total
que nos levantamos y un indigente vino a la mesa. Recogió los platos y los
llevó a la barra. El camarero los contó y el entregó un poco de dinero al señor
“Ahhhh”
así se ahorran el recoger, pensé. Entregué la jarra y me devolvieron los dos
chelines. Y de dos cervezas fregó solo una jarra.
Total que UN CAMARERO y sin estrés atendía el self
service. Esto es visión de negocio y funcionamiento.
Luego no me extraña que se esa
filosofía empresarial se traslada al resto de los ámbitos diarios el país vaya
como va.
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