Vayas a donde vayas, los albañiles somos iguales por cualquier sitio del mundo
New York, es como en las películas pero sin el cómo. Es las películas. Fue un gran viaje, dos semanas por Canadá y seis días en New York para rematar.
Todos los días seguían el mismo programa. Levantarse pronto, gamella para desayunar, y hala, a la calle a no parar de trotar.
Un día fuimos a ver el edificio Flatiron. Uno de los primeros rascacielos que se construyeron en la city. ¿Sabéis cuando se hicieron rascacielos? No no, vais mal…… Exacto amigüitos, cuando se “descubrió” el ascensor. A partir de ese momento nos entró a los albañiles la fiebre de tirar para arriba.
Pues eso, allí estábamos foto tras foto cuando nos fijamos. Estaban rodando un anuncio publicitario. No se veían cámara de video; había fotógrafos. Supongo que era para una revista de moda. Moda femenina. Había una modelo. Una modelo en la cual apenas me fijé. Calzaba unos zapatos de tacón de aguja de diez centímetros, medias negras con puntillas sin dibujo, liguero negro, unas braguitas minúsculas y un sujetador sin tirantes todo en negro. Se cubría con un abrigo corto de pieles en tonos marrones. No llevaba joyas. Era muy morena y con unos ojos negros como carbones. Pelo, evidentemente, negro azabache. Mediría 1.75 aproximadamente. Ya os digo que no me fijé.
Habían mojado el suelo y la imagen de la chica se reflejaba en el suelo. Allí estaban, foto tras foto. Y evidentemente, un grupo de curiosos (aquí el plural no es género neutro, es que éramos todos hombres) contemplando el espectáculo.
Y en esto, una furgoneta pickup Ford inmensa. En una puerta, rotulada, ponía no se qué construction. Atrás, en la caja, una escalera y una hormigonera y algún andamio atado. Conductor y dos acompañantes.
Pararon, sacaron la cabeza por la ventanilla, empezaron a bocinazos y empezaron a lanzarle aullidos a la modelo. Supongo que serían piropos finos, tipo a “iba a empezar a lametones y te iba a dejar como si te hubieran pasado por encima un rebaño de caracoles” o “ vaya piernas ¿a que hora abren?” o “eso es carrrrne y no lo que echa mi madre a la perola”; mi inglés no da para entender tan alta poesía como parecía que estaban utilizando.
“Ahhhh, los albañiles. Que poetas estamos hechos en cualquier parte del mundo”
Supongo que entre los primeros colonos que llegaron a América en la Mayflower, algún antepasado de nuestro querido y admirado Pedro Salazar arribó a las costas. Y allí procreó y los galanes que teníamos frente a nosotros eran descendientes suyos.
Me imaginé sus bolsas de almuerzo, esos bolsos de sky colorado de las olimpiadas de Montreal, esas barras de pan, la botella de clarete, la latica de foei grass mina, todo todo como en casa.
Al ver la escena, sentí que la melancolía me embargaba. Las pupilas se me humedecieron de la emoción. Casi lloré. Os lo aseguro. Fue muy emocionante
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