Hay noticias que da gusto leer.
Que unos chavales sean capaces de llegar a lo más alto posible en su categoría a
su edad es una de esas.
Y que unos chavales a los que
conozco y conozco a sus padres se hayan clasificado como los mejores de España en
el complicado juego del ajedrez es algo con lo que se disfruta
Pero hoy no me voy a acordar de
los chavales. Hoy el post está brindado a sus padres.
En mi familia nos ha tocado de
cerca vivir lo que es que un chiquillo se meta en el deporte de élite. Y tiene
muchas satisfacciones, pero también tiene sus ratos amargos. E implica mucho
sacrificio por parte de sus padres y de toda la familia y renuncia a muchas
cosas.
El chaval hace lo que le gusta
pero a sus padres les cuesta muchos desvelos y sacrificios. Y los padres les
basta con ver a sus hijos contentos.
Bueno, como me dijo un amigüito:
“Tú no sabes lo que es tener a
un hijo feliz. No sabes lo que vale eso”
Hoy estos críos han cosechado un
triunfo, pero para sus padres queda la de viajes y viajecicos que han tenido
que hacer a competiciones de todo tipo y nivel. La de veces que los padres se
quedan sin hacer lo que a ellos les hubiese gustado hacer para que su hijo
disfrute de su afición. La de partidos insulsos que se han tragado. La de
partidas de ajedrez, de las que muchas veces no entienden nada, han tenido que
sufrir
Pero todo pasa a un cuarto
término simplemente por ver a los críos felices
Mi más sincera enhorabuena a
ellos y a sus papis
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