El otro día un policía murió en
acto de servicio intentando detener a un indigente alemán. Este también recibió
lo suyo en forma de un balazo. Resulta que el homicida es un enfermo mental en
toda regla, un esquizofrénico que donde debiera de haber estado es recogido en
una institución adecuada
Parto de que los bienes públicos
deben ser administrados pulcramente. Y que hemos vivido unos años, sobre todo
en España, que esto era el acabose. Cualquier pueblecito de mil habitantes
tenía derecho a variante, casa de cultura, frontón, piscina, polideportivo,
plaza de toros y lo viniera. Se impone la cordura por la falta de money y se
decide acabar con ese dispendio.
Pero como vivimos en el país del
pendulazo nos vamos de un lado a otro y nos pasamos de frenada. Pues eso es
posiblemente lo que ha motivado este triste hecho. Ese policía que acabó muerto
de una puñalada debía haber estado provisto de su chaleco de kevlar. Y ese
indigente alemán esquizofrénico peligroso ingresado en una institución, alemana
por supuesto, adecuada para él y donde hubiera recibido atenciones y cuidados.
Por su bien y por el de los que lo rodeamos
Pero no. El poli a la calle sin
chaleco y el esquizofrénico también y sin tranquimazin. Y un desgraciado día
que coincide que el indigente está un poco más pasado de lo normal y que el
policía municipal no lleva el chaleco que tiene que compartir con otros no sé
cuantos compañeros, ese día el alemán se lleva por delante al poli
Esto ocurre unos pocos días
después de que otra servidora pública, la presidenta de la Diputación de León,
haya muerto asesinada. Partiendo de sus diferencias, de que un caso ha sido
premeditado y es un asesinato y otro fruto de una casualidad y es un homicidio,
el resultado es que dos personas que cobraban su sueldo por trabajar para el
resto, para todos nosotros, han muerto de forma violenta
Por una se paró la campaña
electoral. Por el otro, cuatro líneas de condolencia de los compañeros más
cercanos, de sus mandos y del alcalde de la localidad donde trabajaba.
Como siempre, muertos de primera
y de segunda categoría. Siempre habrá diferencias. Y como el otro día os dije:
“Y la diferencia se da hasta en
la forma de que te entierran”
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