Hoy he estado a punto de tener
un accidente. Han entrevistado en la radio al segundo en la lista al PSOE, a
Ramón Jaúregui. Y han sido tales las arcadas que me han dado que por poco me
salgo de la carretera. Menudo susto, y encima venía una excavadora amarilla de
frente. Y al final todo el salmorejo mañanero por la cuneta. Una pena
Parto que me da igual que sea el
señor Jaúregui como cualquier otro. Todos van a lo mismo, a pillar un
maravilloso puesto de no trabajo. Supongo que si algún eurodiputado leyera esto
me explicaría, y posiblemente me convenciera, de lo duro y sacrificado que es
eso de estar toda la semana fuera de casa en hotel de cinco estrellas, viajando
en business (dentro de Europa no hay first class) acabando la jornada el jueves
y viviendo en la aburrida Bruselas. Pero
cuando ves los codazos que hay por entrar en ese sitio, no dejas de fruncir el
ceño con un cierto aire de desconfianza ante los argumentos. Para mí ese
trabajo tiene algo de maravilloso; no hay que dar cuentas a nadie. Ni a jefe,
ni a accionistas, ni a clientes. Es perfecto.
Bueno, que me voy por las ramas.
A lo de la entrevista.
Oye, el entrevistador venga a
hacerle preguntas y el hombre, hábil como él solo, no ha contestado ni a una de
ellas. Hasta ha tenido la desfachatez de enfadarse ante según que
inquisiciones.
Todos son iguales. Todos hablan
de lo mismo, de “construir Europa” y de lo importante que es Europa y de lo que
nos influye Europa. Desde los partidos considerados de “ámbito nacional” hasta
los que son “nacionalistas”, todos empeñados en la dichosa construcción. Y
todos nos hablan de las ventajas que tiene esto de ser Europeo. Y qué grande va
a ser Europa. Ventajas las hay, pero fundamentalmente para ellos.
Hagamos un experimento en
nuestro propio país. Yo no lo voy a hacer porque no me pongo nunca malo, pero
si algún amigüito por desgracia está pachucho, que lo intente. Simplemente vas
a tu médico y que te cargue tu receta en tu tarjeta electrónica sanitaria. Y
coges la DKV y te vas a Barcelona de viaje. Tienes prisa y cándidamente piensas
en que ya cogerás el medicamento en cualquier farmacia de Barcelona, que hay
muchas y que para eso llevas la tarjeta electrónica española. Pobrecito. El
sistema informático implantado en Cataluña no se entiende con el resto de
comunidades autónomas. Pero no penséis que es una veleidad de los catalanes,
que son muy suyos. Si vas a Aragón, o a Castilla León, o a Galicia, estás en
las mismas
Los mismos que no venden las
ventajas de la Unión Europea, crean cuantas más barreras mejor para defender
mejor la Taifa particular.
Claro que a mí me gustaría un
estado Europeo de verdad. Y voy a ofrecer mi modelo. Un parlamento único. Con
un presidente. Y sin poder legislativo en cada uno de los países miembros, y
muchos menos en cada comunidad autónoma.
Me explico, que es sencillo.
Leyes únicas para todos los países europeos, o sea, un poder legislativo central,
único, fuerte y estable. Y un poder ejecutivo descentralizado, que eso siempre
es bueno. Pero las leyes que las hagan iguales para todos los habitantes de
Europa. Mientras esto no llegue, esto no va a funcionar.
Ahora bien, ¿Qué hacemos con las
decenas de parlamentos estatales y regionales que existen? Pues cerrarlos, que
no harían falta. Ahhh no, eso no. ¿Qué vamos a hacer sin políticos nuestrrros
que defiendan lo nuestrrrro y a nosotrrrrro? El caos y el acabose sería esto.
Poder legislativo único y
central. Poder ejecutivo descentralizado y pequeño, y los jueces a nombrarlos
por oposición y escalafón, no a dedo del político de turno.
Todo esto sería más barato, más
igualitario, más sencillo, más justo y más operativo. Pero evidentemente esto
implica destruir la red de favores, favoritos y favoritismos que nos envuelve. Y
creo que para el ciudadano de a pié que sólo sirve para pagar impuestos serían
todo ventajas.
Pero eso nunca se hará, porque
nos interesa a los amigüitos pero a los que nos gobiernan no.
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