Hay veces que releo las cosas
que escribo y me digo para mis adentros
“Dios mío, he creado un monstruo”
Entre vinagradas, diatribas,
recriminaciones y sermones creo que quien no me conozca se va a crear un
concepto de mí que, digamossss, no es del todo real. Digo esto porque no me
limito sólo a echar espumarajos por la boca, de vez en cuando también actúo por
la comunidad
El otro día un amigüito me dijo
que había un vertido de chatarra en el monte. Es por la zona de palomeras. Y
quedé con él en avisarle un día y subir a retirarlo. Pero hete aquí que esa
semana otro amigüito (mira que cundís ehhhh) me manda un mensaje haciendo referencia
al mismo vertido.
Pues oye, manos a la masa y este
sábado por la mañana, desafiando a los pólenes de las gramíneas, nos
encaminamos Don Quijote y Sancho Panza monte arriba a lomos de mi viejo
rocinante.
Pues esto es lo que había
Y aquí lo metimos
Y así ha quedado
Oye, el morico que suele estar
en donde el punto limpio se puso tan contento con el viaje de chapas y hierros
viejos que bajamos.
La verdad es que no entiendo que
hacían esas chapas allá arriba. Igual el que las dejó lee estas líneas y me las
reclama. Pues que yo no las tengo. Que las tiene el moro
Hace falta ser desqueacerado
para ir a tirar eso allí arriba. O para dejarlo allí tirado. No sé. No entiendo
nada
Y es que me estoy volviendo de
la escuela de Gorín. Cada vez que veo algo tirado por el monte lo recojo.
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