Hoy toca hablar de algo que lleva
con nosotros cinco años. Sí, sí, la crisis. Hoy vamos a bucear en el tiempo y
vamos a buscar los orígenes. Como los aparejadores somos como los patos, hoy un
poco de historia, economía y matemáticas. Pero todo muy sencillo y relacionado
con los ladrillos, por que entender, entiendo; pero poco.
En el año ochenta, hace treinta
y tres, el precio de un pisico rondaba las ochocientas mil pesetas. Para los
jóvenes de hoy traduzco: cuatro mil ochocientos euros. Que sí, que era así, os
lo juro. Y un señor, trabajando, se llevaba a casa unas cincuenta mil pelas, o
sea, trescientos euris. Dividimos y nos encontramos con que este hombre tenía
que trabajar dieciséis meses para pagar el piso. En realidad no era así de
fácil, los intereses estaban al glorioso 16% y costaba más. Pero las hipotecas
normalmente se daban a 10-12 años y las cuotas eran llevaderas. Así que nuestro
honrado operario liquidaba su piso en ocho o diez años. Si se metía con
veinticuatro, para los treinta y cuatro ya había pagado
Este hombre tuvo un hijo. Como
ya había pagado su piso, podía dedicar su sueldo a otras cosas. Vivir, cambiar
el coche más a menudo, irse de vacaciones o costear unos estudios a su hijo
fuera de casa. Todo esto generaba empleo a su alrededor. Y eso hizo, pagó una
carrera a su hijo
El chaval, muy responsable y
consciente del esfuerzo de sus padres, estudia como un loco y a los
veinticuatro tiene su título de licenciatura bajo el brazo. Empieza a trabajar
y tiene un sueldo de mil doscientos euros, que tampoco está mal.
Decide comprarse un piso, como
vio hacer a sus padres, y va a una inmobiliaria. Y se encuentra con que lo más
barato dentro de que sea digno vale doscientos cuarenta mil euros. O sea, que
nuestro héroe tiene que destinar doscientos meses de trabajo, dieciséis años y
pico de su vida. Va al banco y le hacen una oferta que no puede rechazar, una
hipoteca a cuarenta años y con una cuota asfixiante. Nuestro amigo tendrá sesenta
y cinco años para cuando pula el crédito.
Y se tiene que pegar desde los
veinticinco hasta los sesenta y cinco con el mismo coche, sin ir de vacaciones
y malviviendo para poder pagar unos estudios a su hijo y nieto de su padre. Con
lo cual nuestro prota se aprieta el cinturón y deja de consumir. Y otros héroes
que están en su misma situación ven como caen los pedidos de las empresas donde
trabajan. Y claro, van a la calle por falta de trabajo. Y engrosan el INEM. Y
entonces papá estado se encuentra con menos gente cotizando y más dinero para
el paro. A papá estado no le salen las cuentas y decide hacer lo fácil, bajar
costos a base de bajar el sueldo a médicos, bomberos, polis, maestros y
jubilados. Que tienen menos dinero en el bolsillo y gastan menos. Y entonces
volvemos a siete líneas más atrás y vuelta a
empezar.
Esto es lo que pasó y lo que
está pasando
¿Los orígenes? Sencillo amigos.
La forma más sencilla de mover la economía es darle a la hormigonera. La
construcción genera muchos puestos de trabajo fácilmente. Con poco más que una
paleta en la mano, cuatro tablas, una grúa y un poco de cemento y grava haces
un piso. Montar una empresa como las que tenemos en nuestro polígono industrial
de Peralta es infinitamente más difícil, caro y complicado. Y es menos
rentable.
Papá estado puso en marcha la
hormigonera a primeros de los noventa. Es fácil, das acceso a crédito y das
incentivos fiscales. Y en poco tiempo el
país movió. Pero esto es de recorrido corto, tenían que haber parado la
amasadora. Nunca mejor dicho lo de amasadora. Pero como esto es España tiraron
por la senda de lo fácil. Siguieron haciendo amasadas. Todos contentos: los
ayuntamientos se financiaban a base de licencias y de ampliar la superficie
edificable. Los Gobiernos Autónomos disponían de liquidez para megaobras que
generaban puestos de trabajo. Y el estado alucinaba con lo sencillo que lo
tenía porque no necesitaba transferir tanta pasta a las autonomías. Todos
contentos, menos nuestro héroe con su hipoteca a cuarenta años. Se habló del
milagro español.
En vez de parar la hormigonera,
limpiarla y recogerla siguieron haciendo amasadas. Aumentó la demanda y
subieron los precios, así de simple y a lo largo de muchos años. Eso es lo que
pasó. Hasta que el crédito se acaba y todo se va al carajo. Se llama burbuja y
esta explotó. Y se jodió el milagro.
Os pongo un enlace, como están
los ladrillos en Alemania. Comparad los precios y el sueldo en Alemania.
¿Solución?
Sencilla pero dolorosa. El
precio de la vivienda debería estabilizarse en torno a los cuarenta-cincuenta
mil euros. Será una sangría dramática para el sistema, habrá bancos que caigan
y posiblemente el desempleo aumente, pero a medio plazo sanaremos. Me imagino
que en este punto quienes no tengáis piso estaréis aplaudiendo a rabiar, pero
quienes comprasteis casa en Peralta, piso en Pamplona y otro en Salou desearéis
mi muerte. Nunca llueve a gusto de todos
Mientras no se acometa es como
si tienes una fractura abierta y te administran morfina para el dolor. Tienen
que operarte y reducir la fractura, si no se te gangrenará y te morirás.
Una de las primeras burbujas se
vivió en Holanda, con las inversiones en bulbo de tulipán. Una burbuja es algo
muy sencillo, es “tonto el último”
http://es.wikipedia.org/wiki/Tulipoman%C3%ADa
este enlace es divertidísimo.
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