Este tema hay que tratarlo con
mucho respeto, aunque sólo sea en memoria de las personas fallecidas. Lo que
ocurre que el respeto tiene que ser recíproco. Primero un poco de historia para
justificar el razonamiento final
Por “arma de destrucción masiva”
se entiende utilizar un potencial de destrucción que no está de acorde con el
objetivo militar conseguido. O sea, desproporción de medios. Su finalidad no es
la destrucción en sí sino aterrorizar a los que quedan. Así de simple y
sencillo. Otra forma de terrorismo
Se empieza a hablar de armas de
destrucción masiva tras el bombardeo de Guernica. Tras este hecho se sigue con
el tema con los bombardeos sobre Londres por parte de Alemania. Luego a los
pocos meses vino la quema con fósforo de Dresde. El bombardeo de Tokio y para
rematarlo Hiroshima y Nagasaki.
De Guernica a Nagasaki pasaron
menos de diez años y el número de muertos escaló de unas centenas a centenares
de miles. Peroooo… analicemos no los resultados sino el cómo fue.
Para Guernica se utilizaron aviones
bombardero Junker, Dornier y Heinkel escoltados por cazas. Varias decenas de
aparatos de los más innovadores en aquellos años. Londres se bombardeó con las
V-1 y V-2 que fueron producto de años de investigación de lo más granado de los
ingenieros alemanes. Dresde fue una operación de dos días de bombardeos
masivos, primero con cargas de gravedad para abrir agujeros en los edificios
que actuasen como chimeneas y posteriormente otra oleada de bombarderos con
bombas de fósforo para producir ese infierno. Intervinieron centenares de
aviones Lancaster británicos en la operación y previo a esto hubo un importante
esfuerzo de inteligencia y espionaje. Hubo cuarenta mil muertos. Tokio fue un bombardeo
de una noche en la que perecieron cien mil personas y un millón se quedaron sin
cobijo. Se utilizaron 280 bombarderos B-29, lo más ultramoderno que se conocía.
Hiroshima y Nagasaki fueron el
resultado del proyecto Manhattan, el mayor desafío tecnológico que ha
desarrollado la humanidad. Miles de científicos, muchos Premios Nobel, dinero a
porrillo, centrales hidroeléctricas lanzando vatios a mansalva, una central
nuclear militar, inventar los calutrones,
instalaciones que medían kilómetros cuadrados… una auténtica pasada que acabó
con la detonación de las dos bombas (transportadas en B-29) y la muerte de unas
250.000 personas en total.
¿Qué a qué viene esto? Fijaos el
despliegue de medios que hace falta para provocar la famosa destrucción masiva.
Investigación, equipos humanos inmensos, cantidades ingentes de dinero y conocimiento,
logística… todo esto está al alcance de muy pocos países.
Que un grupo terrorista sea
capaz de robar un arma nuclear es harto complicado, de hecho y por mucho que se
diga nunca se ha producido, ni siquiera cuando se derrumbó la URSS, aunque
insistan en las películas de James Bond. Si es complicado robarla, construirla
mucho más, por mucho que en internet aparezcan los famosos “planos”. Y si lo
consigues necesitas un barco carguero para trasportarla ya que lo que te sale
es del tamaño de un camión.
Y una termonuclear sí que sólo
está al alcance de pocos países desarrollarla. El tritio es el elemento más
caro del mundo y el más controlado
Los terroristas viven siempre en
la clandestinidad, metidos en cuevas y camuflados entre la gente, no disponen
de polígonos industriales con laboratorios. Ayyyy, cuánto daño ha hecho el
cine.
En cuanto a las armas químicas
ya se ha visto en el atentado del metro de Tokio. Resultado: trece personas
muertas. Una pobre marca que cualquier terrorista suicida con un camión con
dinamita la multiplica por diez. Y de las biológicas ni sé ni entiendo, pero
fuera de algún envenenamiento por salmonella no se ha ido más allá. De hecho el
ejemplo lo tenemos en Siria. El propio gobierno, con todos los medios a su
alcance, utiliza armas químicas y mata (en condiciones atmosféricas ideales) a
1.800 personas. Es triste decirlo, pero esto es un pincho de huevo comparado
con lo que han hecho a tiros.
Y acabo. Me indigna que los
gobiernos occidentales nos metan el miedo de las “armas de destrucción masiva”
en manos de terroristas o gobiernos malvados. No niego que las tengan o puedan
llegar a tenerlas, pero de ahí a lanzarlas sobre Francia es de película de Spielberg.
Solo que viene muy bien el miedo para salirse con la suya, que no es ni más ni
menos que tenernos como mansos corderitos.
Y no digo que no haya hijos de puta, que haberlos los hay y de la
peor condición, y que si pudieran acabarían con toda la humanidad menos ellos.
Pero es que no pueden. Pueden hacer el mal. Pueden matar y asesinar. Ahora, que
no me vendan la película de que cuatro sinvergüenzas de ayatolas iraníes están
en condiciones de meter un misil en Bruselas que me parto de risa. Pueden hacer
un atentado, eso sí, pero es más sencillo recurrir a lo que han hecho siempre, camioneta
cargada de anfo y ¡¡¡pumm!!!. Más barato y casi al alcance de cualquiera. Matas
a un montón y sin complicarte la vida con cosas raras, complicadas y muy caras
He dicho lo del respeto
recíproco al principio porque debe ser mutuo, nuestro y de nuestros gobiernos,
hacia los todos esos muertos que he enumerado antes.
¿Sabéis cual el mayor arma de
destrucción masiva?
La triste y primitiva bala. Todos
los años mata a quinientas mil personas. Esa sí que me acojona.
¿Y sabéis cual es la segunda
arma de destrucción masiva?
El miedo. No tengáis miedo
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