Dentro de nuestro mundillo de
ingenieros, arquitectos y aparejadores se dice que nosotros, los aparejadores, somos
como los patos. Que hacemos de todo pero o mal o lo justo. Ya veis que triste
amigüitos, nos califican como vulgares anátidas. Esto es porque un pato anda,
vuela y nada; pero en ninguna de estas tres facetas destaca. Pues así nos pasa
a mí y a mis colegishas. Que entendemos de casi todo, pero poco.
Y muy poco entiendo de
sismicidad inducida, así que mejor me callo. El sentido del post de hoy es
otro. Que de esto sí que sé. Toma ya.
Cualquier empresa, negocio o
actividad que se pretende implementar en España tiene que cumplir una serie de
trámites. Trámites que por otra parte están perfectamente reglados y regulados.
En esencia, cuando pretendes abrir una fábrica tienes que describir lo qué
haces, qué materiales empleas, tus procesos y procedimientos de trabajo, qué
peligros o afecciones a terceros o al medioambiente haces, y tras esto, cómo y
qué medidas correctoras vas a emplear.
Así a priori parece complicado,
pero es más sencillo de lo que parece. Si vas a poner una fábrica de
troquelados, o un bar, o una cantera o un cine… no es la primera que se monta
en España. Entonces, recogiendo las experiencia de anteriores, hay una
normativa que cumplir y el cómo hacerlo está documentado y experimentado.
Sabemos cómo aislar un bar, cómo
recoger el polvo de machaqueo de canteras, qué salidas de emergencia necesita
un teatro o cómo tratar los aceites de desengrasado de chapas. Hay experiencia
y normativa
Acogiéndote a esa normativa,
desarrollas tu plan de cómo vas a diseñar la empresa. Lo plasmas por escrito,
el departamento correspondiente de la administración lo informa, si es correcto
te lo acepta y si se queda cojo en algún punto te pide corregirlo. Lo haces y
entonces se da el visto bueno y tu Ayuntamiento te concede licencia de obras.
Haces tu obra y al final pasan los técnicos de la Administración, comprueban
que has hecho justo lo que has dicho que ibas a hacer y te dan la “Licencia de
Apertura”. Y tan ricamente, a trabajar
¿Peroooo…?¿Qué ocurre en el caso
de Castellón?
Harto complicado amigüitos. Nos
encontramos con una actividad de la que prácticamente no hay experiencia en
España, que afecta a dos comunidades autónomas y a varios municipios. Y una
actividad que es algo tan complicado como rellenar una antigua bolsa de
petróleo con gas. Gas que va a formar parte de la “Reserva Estratégica
Nacional”. Casi ná. Para empezar ¿Qué técnicos de la administración tienen
experiencia para juzgar si eso está bien o mal planteado? ¿Qué técnicos de la
empresa diseñan las medidas de seguridad?¿Seguridad sobre qué?¿Qué riesgos hay?
Hay que identificarlos todos
Es como cuando se diseñó el
Apolo. ¿Está bien o mal hecho Mr. Neil Angstrom? No lo sé señor Kennedy. Hay
que probarlo. No hay experiencias anteriores
El expediente para el llenado
del depósito de Castellón ha tardado ocho años en ser informado por todas las
administraciones implicadas: Ayuntamientos, Diputaciones, Gobierno Autonómicos
y Administración Central. Ha superado cuarenta y dos filtros en cadena, o sea,
que hasta que no pasas el quince no se informa del dieciséis. Han intervenido
gabinetes extranjeros apoyando y dotando de su conocimiento. Hay intereses de
seguridad nacional por medio, eso lo sé. Y que hay múltiples y diversos intereses
económicos eso lo supongo.
Y va la empresa, acaba con todo
el expediente, obtiene los permisos pertinentes, hace la obra, pasan los
técnicos de la administración, dan permiso para el inicio de actividad, inicia
la empresa la actividad y a la maleducada falla le da por moverse y liarla.
Vale, sale el ministro Soria y
manda parar la actividad. Pregunta del millón:
¿Quién va a pagar todo esto
ahora?
Porque la empresa dirá, y con
toda la razón del mundo, que los permisos para desarrollar las inyecciones de
gas a fin de cuentas se lo han concedido los Gobiernos, los que sean. Y que ha
gastado una millonada cumpliendo todo lo que le pedían y ahora no va a
rentabilizar la inversión. Y que déjate de chorradas, que si me hubieras pedido
informes sísmicos los hubiera aportado y a lo mejor no se hubiera hecho la
instalación, pero no los pediste.
Responsable, seguro, la
administración. Buscarán “responsabilidades políticas” las primeras semanas, se
llenarán unos cuantos telediarios, se cerrará la explotación de Castellón por
la presión vecinal, aparecerá otra noticia y nos olvidaremos de las
“responsabilidades políticas”. Pasará un año y la empresa pedirá daños y
perjuicios y como a escote no hay nada caro, se le pagará un pastón de
indemnización. Si coge este tema un buen bufete de abogados, seguro que la
empresa lo gana en los tribunales.
Y algún político jubilado irá al
pesebre del consejo de administración de esta empresa gasística.
Si es que es una película que ya
hemos visto.
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