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Música

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martes, 16 de julio de 2013

Yo confieso



 Bueno, casi casi me he levantado en plan Emilio Zola.

Ya formáis un poco parte de mi vida y estas crónicas son unos pocos minutos de la vuestra. Como ya voy cogiendo confianza con vosotros me voy a confesar de algunas cosas que he hecho en mi vida y de las cuales me arrepiento profundamente. Lo necesito y espero que me alivie

Y lo voy a hacer públicamente. Creo que procede y este foro es el adecuado.

Todos tenemos varias facetas y caras. Todos tenemos letra pequeña. Y todos tenemos una parte oscura dentro de nosotros, un ser maligno que hace actos de los cuales nos arrepentiremos toda la vida.

Hoy, os voy a contar uno de esos momentos en los que mi lado oscuro se apoderó de mí y me hizo cometer actos horribles. Y esos momentos toda mi vida pesarán sobre mi conciencia

Verano de hace muchos años. Piscinas públicas de Peralta. Tres treinta de la tarde. Calor. Mucho calor.

Yo prácticamente solo en el vaso haciendo largos. Sano deporte. Llevaba media hora dale que te pego, y otra media por delante. Llego a la parte menos profunda y algo cae delante de mí. Algo pesado. Saco la cabeza del agua y un crío bastante gordo, de unos siete años, pecoso y con una cara de torta de pan de cinco quilos riéndose a mandíbula batiente.

Bueno, largo interrumpido. Doy la vuelta y para el otro lado. Llego y retorno. Y cuando estaba a punto de hacer pared, de nuevo algo cae delante. Salgo y el niño gordo riéndose.

¿Qué hacer para quitarme esa molestia? ¿Lo ahogo? Un poco excesivo ¿Lo recrimino? Ni puto caso hará ¿Dejo de nadar? De eso nada de nada. Mi demonio particular se posa en mi hombro y me salió del alma

“Los reyes son los padres”

Oye, abrió unos ojos como platos, abrió la boca, le faltaba el aire, se dio media vuelta y salió del agua. No volvió a acercarse a mí

Fui un cabrón, un mal hombre, un gusano, un ser repugnante, un pudrevidas, un jodeinfancias, un auténtico Herodes. Hice daño a un niño

Que se joda, por tirarse a bomba a tocarme los güevos

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