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Música

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miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo septuagésimo octavo “roñosería española, parte dos”



 Ahhhh, la propina, la propina. Cómo nos duele este acto a los españoles cuando salimos. Se ven cuadros y situaciones que te mueres de risa.

Personas que han estado todo el viaje de colegas con el guía, absorbiendo sus conocimientos, interesándose por hechos que no entran en el programa y que el guía amablemente ha explicado se vuelven como mister Hyde. Otra cara a la hora de soltar la pasta.

Lo que les cuesta

Lo mejor viene a la hora de

“¿Cuánto ponemos?”

Se inicia una conversación interminable en la que yo normalmente no participo. Dejo hablar y me limito a escuchar. Sale a relucir lo que gana un nativo al mes y en función de eso calculan lo que hay que darle. Siempre hay gente maja que dice que eso no es así, que el agradecimiento es imponderable. Pero normalmente el roñoso es irreductible. Diosss, que duros son los tíos.

Pues eso, yo chitón. Y cuando llegan a un acuerdo de  “a cuanto hay que poner”, si a mí no me parece bien salto con lo de siempre

“No, mira, que yo voy a mi aire y ya le doy al guía lo que estimo conveniente de mi parte”

Los dardos de odio que lanza el roñoso con la mirada no se pagan con nada

Ahora en serio. No entiendo a gente que se gastan quinientos euros en regalos que son tontadas y sosedades y sin embargo son incapaces de dar cincuenta a la persona que te ha facilitado la vida y que ha hecho que un viaje lo recuerdes con cariño.

Y más aun cuando lo has llamado amigo y esa pequeña cantidad sabes que va a servir para que su familia viva dignamente unos meses.

Roñosos

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