Bueno, una nueva serie y que
puede dar mucho de sí. Peralta y sus rincones; Peralta y los homínidos que la
poblamos. Curiosa especie que a Darwin lo hubiera vuelto loco
Nuestro amigüito Juan Manuel
presenta la segunda parte de las historias del Turuta. Ahhh, el Turuta, que bar
tan entrañable.
Es curioso como una de las
formas posibles de medir el avance de la edad de las personas puede ser por los
bares que habitamos. Nuestros primeros coqueteos con los destilados de media
graduación y ese néctar de los dioses que es la cerveza normalmente los hacemos
en el Akelarre. Según nos vamos haciendo talluditos pasamos a otras pulperías,
léase Gunflys, Chaplin y Mochope y también el grado alcohólico va subiendo,
amén de que vamos apreciando más las bebidas secas que las dulces.
El entrar al Mochope ya es signo
de madurez vital, que no mental. Y luego viene el V y tras este, el culmen de
la vida, ese templo de la anécdota, el carcajeo y la socarronería que es el
Turuta
Después de cincuenta años tras la
barra, Javier ha cedido el cetro del poder a Roberto y a Isabel. Y allí están
los dos regentando tan digno lugar. Dentro del bar está el excusado. Y dentro
del mismo hay dos curiosos carteles que señalan el sitio donde proceder tanto
masculino como femenino. Os pongo la foto del cartelito de marras, en el cual
probablemente nunca os habéis fijado
Un cartel digno de Shakespeare.
Fijáos, fijáos. El váter de caballeros está convenientemente rotulado: W. C, o
sea, wáter de caballeros. Y el de señoras W.S., que no es ni más ni menos que
wáter de señoras.
Wc; Ws. Su propio nombre lo
indica. Y es así, dicho por los mejores lingüistas británicos.
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