Siempre que se nos pregunta por
el físico más importante de la historia aparece el nombre de Einstein. Es muy
discutible si el siglo XX fue obra del Einstein o del serbio genial, Nikola
Tesla. Pero ambos contribuyeron a que nuestra vida sea como es
Como os digo; siempre Einstein.
Hasta mi gran amiga Chalize Theron lo lucía en una camiseta que alegremente
compramos en una tarde de risas ella y yo paseando por el Mall de San
Francisco. Pero eso, es otra historia, algo personal sobre lo que nunca
hablaré.
Y es la historia la que no le ha
hecho justicia a otro gran hombre, Leo Szilard. Este, junto con otros dos
colegas Teller y Wigner fueron los artífices de lo que desgraciadamente ocurrió
en Hiroshima y Nagasaki. Poco tenía que ver Szilard con los otros dos, aparte
de una sólida formación científica. Szilard era el colmo de la buena gente,
siempre cargado de magníficas intenciones y siempre pensando en el bien de la
humanidad. Y tenía otra cosa que ver con los otros dos. Era judío.
Además fue un visionario.
Adelantó en 1933 en lo que iba a degenerar
el partido fundado por ese repungante cabo de Bohemia, Adolf Hitler. Y
fue en ese año cuando puso tierra por medio y se exilió a Londres. Vió ó olió
lo que se avecinaba para los de su raza y el con los otros dos se salvaron.
Tanto Teller como Wigner eran un par de ultraderechistas irredentos, pero ni
eso les hubiera salvado de los hornos. Pero como os digo, una pareja de cuidado
y de mantenerse lejos de ella. Szilard, como os digo en el título, vivía
siempre en hoteles y siempre con la maleta hecha por si había que salir
pitando. Olfato no le faltaba
Pero el interés por denunciar
los excesos del régimen nazi los hizo compañeros y convencieron a Einstein para
firmar una carta dirigida al presidente Truman e iniciar lo que fue el proyecto
Manhattan, que acabó en la bomba atómica.
Szilard fue quien intuyó lo que
es la reacción en cadena y junto con Enrico Fermi diseñó y patentó el primer
reactor nuclear.
Pero aparte de todo lo que era
como científico, fundamentalmente era una gran persona. Cuando vió en qué acabó
el proyecto Manhattan se derrumbó. El era partidario de hacer una demostración
al gobierno japonés del poder de la bomba en una zona despoblada, pero
evidentemente los militares y políticos le dijeron que tururú y la lanzaron
sobre zona habitada. Lo demás ya lo conocéis
Pero hay una segunda parte en la
historia. Szilard siempre persiguió la utilización pacífica de la energía
nuclear. Y llevado por su candidez pensó, por segunda vez, que si conseguía el
arma definitiva esa propia amenaza de exterminación total de la vida en la
tierra podría llevar a la paz. O sea, la gran amenaza derivaría en paz. Ja ja
ja
Ni corto ni perezoso diseñó el
trasto. Evidentemente no se ha probado nunca y ni siquiera hay evidencias de
que se haya construido. El trasto se llamó la bomba-C. Bomba de cobalto.
El principio es simple. Si yo
inundo la atmósfera de un isótopo de alto índice de radiación lo que hago es
someter a la tierra a una sesión de radioterapia bestial. Y si lo hago con un
elemento de vida media un año, eso es lo que dura la sesión de marras. Y
hacerlo, aunque sea complicado, se puede
Simplemente se “envuelve” una
bomba termonuclear (la bomba-H) en cobalto-59, elemento normal y abundante en la tierra y que no es
radiactivo. La explosión hace que el cobalto-59 adquiera un neutrón y se
transmute en un isótopo altamente radioactivo, el cobalto-60. Este elemento es
algo que los amigüitos no quisieran tener cerca ni lejos. Es muy muy
radioactivo, y de radiación gamma, de la chunga. Simplemente hace falta mucho
cobalto y el viento hace lo demás. Se calcula que en cinco o seis semanas todo
el planeta estaría achicharrado.
Tan contento estaba el ingénuo
de Szilard con su idea que fue a explicársela al Gobierno Estadounidense. Y lo
que el pobre hombre pensaba que iba a causar pánico entre los políticos y
militares lo que generó fue un coro de aplausos y el encargo de que la teoría
pasase a la práctica
Evidentemente Szilard se negó y
creo que el pobre hombre perdió ya la fe en la especie humana. Yo creo que la
bomba jamás llegó a diseñarse de una forma “realizable”. Una cosa es la idea y
otra lograr que la resonancia neutrónica funcione. Para eso hacía falta una
mente como la Szilard y este siempre se negó a construir su engendro
Acabó su carrera de físico
teórico y se dedicó a la bioingeniería. Y en ese campo siguió con sus grandes
logros. Un gran tipo, un gran científico y un gran humanista.
Os dejo con la foto que le hice
a Charlize el día que compramos la camiseta. Que hartada de reírnos esa tarde.
Pero eso, es otra historia de la
que nunca hablaré
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