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jueves, 30 de enero de 2014

Capítulo nonagésimo segundo “De pesca por Senegal”

Senegal es un país que admite dos tipos de viajes. Tiene unas playas que no tienen nada que envidiar a las mejores playas caribeñas y un interior con una vida y unos cuadros humanos alucinantes. O sea, puedes ir de relaxing total o a trotar por esos caminos de manitú. El nivel de hotelazos en la costa es impresionante, y está a escasas cuatro horas desde aquí.

Yo el Caribe no lo conozco, pero en el viaje coincidí con compañeros que sí y decían que es incluso mas divertido Senegal. Así que ya sabéis amigüitos, si os apetece unas vacaciones de playa y no conocéis Africa animaos, que merece la pena

Dicho sea esto, por lo cual el Ministerio de Turismo de Senegal me ha metido unos cuantos billetes de los grandes en el bolsillo, paso a contaros una de las mejores experiencias que tuve en ese viaje

El viaje ya estaba de capa caída en cuanto al tiempo, ya habíamos pasado el ecuador del mismo. Y nos encontrábamos en la región de Casamance, centro neurálgico mundial del cacahuete. Esta región es muy fértil y riquísima desde un punto de vista agrícola, y dicen los habitantes que hay mucho petróleo y diamantes en sus tierras. Esto lo he oído en todos los países africanos que he visitado, o sea que tampoco les hagáis mucho caso cuando os cuenten ese rollo.

Esta región senegalesa está separada del resto el país por un invento colonial que se llama Gambia, que es una cosa que los de Su Graciosa Majestad se quedaron para hacerles la vida imposible a los francoises. Y entre que están físicamente separados y que son más ricos que el resto del país, como no, ha surgido un movimiento separatista. Y como todo buen movimiento separatista que se precie de serlo tiene su brazo armado que se dedican a los atentados, al asesinato, secuestro y extorsión en todas su modalidades.

Por eso Casamance estaba militarizado. Era la pega de aquel viaje, que cada pocos kilómetros te paraba un control y se subía un militar al bus a echar la ojeada y de paso algún billete al bolsillo de la camisa. Pero bueno, ya lo decía Shakira

“Porquestoesáfrica….”

Dentro de Casamance hay un paraíso que es la “isla de caravane”. Una islita en la desembocadura de un río de aguas muy tranquilas. Unas playas alucinantes y una vegetación increíble. Y buena gente, fundamentalmente pescadores. Pues eso, que llegamos a la isla en cuestión en unos botes de madera. Equipaje, el justo para un par de días (yo evidentemente, con menos del justo. Que placerrr…..)

El alojamiento era, dejémoslo, en austero. Tampoco se puede pedir más para un sitio donde el acceso es en botes. Pero limpio y con cierto gusto decorativo. Un sitio salao.

Total que dejo los trastos y me bajo al río a lavarme. Había unos lugareños que se identificaban perfectamente, quizás por el color de su piel. Les chocó ver a un blanco restregándose en el río y empezó la charla. Que se iban a coger berberechos. Pues yo con ellos.

Fue algo tan sencillo como ir caminando por la playa hasta donde empezaban los manglares. Y allí, cortar una rama de las sumergidas, sacarla del agua y sacudirla en un cubo de plástico. Y empezar a caer berberechos de las ramas. Oye, todo un descubrimiento.

Por la noche y aprovechando la marea cerramos con unas redes un trozo de playa. Poco a poco fuimos empujando la red hasta la playa y allí recogimos redes y todo tipo de pescados conocidos y por conocer acabaron en la arena.

La verdad es que de deportivo tenían poco estas artes de pesca, pero yo me lo pasé en grande. Me recordó el tresmallo y la remanga que utilizaban los depredadores del río (entre ellos mi buen padre) después de las crecidas del arga.

Merece la pena conocer esta parte del mundo. Y si tenéis que preparar unas oposiciones y buscar un sitio tranquilo para eso, os recomiendo esta isla. Solo tiene una desventaja, que por la noche no podréis estudiar, no hay luz eléctrica. Tampoco la eché en falta

Un enlace al paraíso

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