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miércoles, 22 de mayo de 2013

De cómo Salazar cambia el rumbo de la historia


Pedro Salazar Ibiricu, el magnate de la achicoria, ha acabado de desayunar en la decimotercera planta de su acristalada torre de oficinas. Ya ha dado cuenta de su té  darjeelin ambootia first flust, su tostada de pan de Ujué con aceite del Queiles y sus ciento cincuenta gramos de jamón Albarragena. Va a comenzar su jornada laboral, pero antes ojea el periódico


A Pedro le da un síncope de asco. Todo a punto de irse a la mierda y los políticos pensando que son Adenauer o Churchill.

Diez minutos de ejercicios respiratorios y consigue calmarse. Decide posponer su agenda y adoptar su identidad oculta. Tiene tres objetivos, castigar, educar y quizás aquí, entre los parlamentarios navarros, encuentre al eslabón perdido. Llama a su secretaria

“Buenos días señorita Green, suspenda toda mi agenda en lo que queda de semana”
“Como usted desee señor Salazar. Pero le recuerdo que es la tercera vez que da plantón a la troika del G 20”
“Que esperen. Total para lo que hacen”

Pedro toma su ascensor privado y desciende hasta el quinto sótano del edificio. Allí se ensucia convenientemente, se cambia de ropa y se dirige al almacén.

“Tomaré un mango de pico, el tallín de limpiar regadíos y el ajadón de cavar viñas”

Sube a su DKV, la carga de achicorias y se dirige hacia Navarra. Tiene claro que hoy se va a montar de verdad, aunque le vaya la vida en ello. Hoy es un día perfecto para enseñar, hoy se celebra el día de la verdura en Tudela. Hoy estarán todos los parlamentarios allí, hay de comer. Y mira que les gusta comer.

Pedro sabe que será difícil, habrá mucha vigilancia. Pero cuenta con dos ventajas, el aspecto de idiota que lleva y que a la hora de comer los escoltas se quedan fuera con un bocadillo.

Tudela. Pedro llega donde se celebra el ágape.

“¿Dónde va usted? Acreditación”
“Vengo de Salazar Exportation Trust Company. Traigo diez achicorias selectas para ensalada. Mis papeles, tenga”
“Correcto, puede pasar. Y lávese, marrano”

Accede a los almacenes y de allí al salón. Todo son risas y sonrisas. Todo es pasarse la mano por la espalda. Los que ayer mostraban sus desacuerdos, hoy se reúnen en torno a las exquisiteces de verdura. Si Pedro tenía alguna duda, se le acaban de despejar. Ata las manillas de las puertas con un lío de empacar. Están aislados.

Pedro saca de una de las achicorias el mango de pico.

“Buenos días señores. Estamos a primeros de mes y es hora de cobrar”.

Pedro es un hombre justo. Le gusta que cada cual tenga lo suyo

Los reunidos contemplan a un gañán desarreglado unicejo y despeinado, que huele a nido de cuco y con una estaca en las manos. Les da la risa. Han perdido su única oportunidad: correr

“Que echen a este pordiosero. ¿Tú quien te has pensado que eres idiota? ¿El tío la vara?”

La carcajada es general.

“El tío la vara hubiese tenido piedad. Yo no”. Y al tiempo incrusta el mango en el cráneo del gracioso. La cabeza se abre como una granada madura poniendo perdido el jamón que está al lado de restos de sesos. Una lástima de pernil.

Ahora Pedro está en ventaja. Dispone del ajadón de la viña, del factor sorpresa, del terror y de unos bíceps que parecen los muslos de Indurain. Tampoco se quiere exceder en el número de víctimas, es conveniente dejar supervivientes para que cuenten lo ocurrido. El terror se tiene que extender.

Este narrador os va a ahorrar la descripción de la masacre que en Tudela acaeció. Los servicios de limpieza trabajaron durante varios días para quitar la sangre, las glándulas y las vísceras del suelo. Hubo diez muertos y cuarenta personas ilesas que precisaron asistencia sicológica el resto de sus vidas. En sus sueños se les aparecía un algarrobo unicejo y patilludo al grito de “es hora de cobrarrrrr”.

El resto tomó buena cuenta de lo ocurrido. Se redujo el gasto estructural del gobierno. Se sentaron bases para una política educativa a largo plazo. Se optó por una política real de crecimiento lógico y mesurado. Se puso coto a los desmanes. Se pusieron de acuerdo. Más les valía.

El algarrobo nunca fue identificado.

Salazar, el magnate, se reunió con la troika del G-20 y expuso lo acaecido en la capital de la ribera de Navarra. Aterrados ante lo ocurrido en Tudela, tomaron buena cuenta de lo ocurrido, en toda Europa estaba subiendo la venta de ajadones de cavar viñas. El terror recorrió a los mandatarios

La letra, a ajadonazos entra y así entró. Y la crisis económica, política y moral acabó.

Os dejo una foto de lo que es un ajadón de cavar viñas, por si no lo conocéis. Da miedo la herramienta ehhhh

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