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lunes, 20 de mayo de 2013

Capítulo septuagésimo primero “señora……”


Este no es de viajes exactamente, pero bueno, estaba fuera.

Años de estudiante, todo buenos recuerdos por que los malos se me olvidaron. Así somos las personas, tendemos a borrar lo malo, ayuda a sobrevivir mentalmente.

En Burgos, una magnífica ciudad. Divertida, con mucho ambiente estudiantil, buena gente los castellanos y con dos estaciones, invierno y la del tren. Dios que frío pasé allí.

Un domingo por la mañana, los tres del piso echando vermut. Dos burgaleses de la sierra y servidor. Uno medía dos metros de altura (jugaba al baloncesto en el gromber, un equipo local) y el otro medía uno setenta de alto y uno setenta de anchura entre hombros. Moreno y con una cara de mala ostia cuando ponía cara de mala ostia que causaba respeto.

Un matrimonio en el mismo bar, pareja joven, con dos niños, supongo de siete y cinco años. En el mesón burgalés (si vais eran típicos los cojonudos, ahora ya mas popularizados, pero el origen es allí). Los niños haciendo lo que hacen los niños, dar un poco de guerra. Pero os juro que esos no estaban dando más de lo habitual, más bien menos. No molestaban.

Supongo que la madre estaba para poco. Se vuelve y al más pequeño le mete una ostia sin más ni más, pero ostia ostia. De las de adulto. Resonó en todo el bar y se hizo el silencio. Todo el mundo la miramos. Eran otros años, pero aquello fue excesivo.

Mi amigo (el de uno setenta por uno setenta), se dirige a la madre. Pone su cara a dos palmos de la de ella. Una mano encima del crío que lloraba como un descosido. Y le espeta

“Señora, si no lo quiere, ya me lo llevo yo”

El silencio se podía cortar en el bar. El padre como que fue a decir algo pero la cara del de uno setenta no lo recomendaba.  El matrimonio recogió a los niños (el de la bofetada, que ya no lloraba, miró a mi amigo con cara de agradecimiento), se dieron media vuelta y salieron.

Mi amigo vuelve al corro. Acabamos la cerveza pagamos y nos fuimos.

La verdad es que no sé porqué se metió donde no lo llamaban, pero supongo que se sintió muy bien tras hacerlo. No lo contó. No era de muchas palabras

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