El viaje por la Europa Central
fue todo un descubrimiento. Como os digo, con veintisiete años y en buena compañía
siempre se está a gusto. Amén de ser testigos de un pedazo de historia y
comprobar a los dos años de caer el muro de Berlín como estaban aquellos
países. Volví otro par de veces y el cambio había sido exponencial en poco
tiempo. Afortunadamente para ellos
Allí, en plena estepa húngara,
la Putska, viendo una extensión inmensa de mar de hierba amarilla y sin ningún
obstáculo por medio tomé una de las decisiones que creo que han marcado mi
vida. No sé si para bien o para mal, pero fue así.
Y allí es donde ví las mayores
estensiones de llanura hasta que viajé al Asia Central. Ni siquiera las grandes
praderas americanas tienen esa similitud con el mar. Pero mar de matorral y
hierba.
Hay un sitio curioso en Hugría.
Está junto al lago Balatón. Que dicho sea de paso es el mayor de Europa. Hay un
lago de aguas radioactivas en el que la gente va a “tomar las aguas”. El pueblo
se llama Hevitz. O sea, es un gran balneario al aire libre. Y encima el agua
está calentita. Pues por allí caímos los amigüitos. Lo que pasa es que era por
la tarde y el balneario estaba cerrado. Así que nos quedamos sin zambullida. A
cambio nos zambullinos esa noche en un mar de Varaks Palinka, un licor infame
que los húngaros trasiengan con fruición y en el que nosotros nos dimos un
merecido homenaje. Pero nos quedamos sin bañarnos.
Así que dos años después nos
marcamos como etapa en nuestro viaje a Rumanía parar en Hevitz a buena hora y
probar eso de las aguas radioactivas. Ese viaje fue una animalada. Primer día
Peralta-Venecia, con paradas lo justo a comer los bocatas que llevábamos, hacer
pis y poner gasolina. En un kadett sin aire acondicionado y en agosto. 1850 km
nos chupamos. Y al otro día otros mil mas para llegar a Rumanía. Pero como os
digo, parando en el andurrial radioactivo ese.
Ni cortos ni perezosos sacamos
nuestra entradita al balneario. Y allí la primera desilusión fue contemplar a
un puñado de bañistas todos con flotador y con una edad media de 65 años y unos
cuerpos que mas que para enseñar estaban para tapar. Bueno, no habíamos ido a
ver un desfile de modelos, así que nos pusimos los bañadoricos y echamos a
correr por una plataforma de madera a toda pastilla. Llegamos al final y al
grito de “bombaaaaa…..” nos lanzamos al lago haciendo el mameluco.
Primer susto, las aguas son muy
poco densas y cuesta un huevo mantenerse a flote. De ahí el gadchet del
flotador. Y nosotros como dos pavos tragando agua a toda velocidad. Más mal que
bien alcanzamos la orilla ante la mirada de reproche de los jubilados por el
escándalo que habíamos montado. Realmente, eso era un balneario de la tercera
edad. Y ya en la orilla mi amigüito se queja de que se mareaba. Claro, con el
agua a treinta y tantos grado que estaba, los tragos que se había pegado y el
esfuerzo le pegó un bajonazo de tensión que por poco se muere. De hecho ya le
dije, que si necesitaba el boca a boca por mi parte se iba a morir, que yo de
eso nada.
Total que nos secamos y vimos la
melonada que habíamos hecho. Un palizón de kilómetros para una sosedad. Pero
bueno, por lo menos otra experiencia más y de todo se aprende
Así que lo de siempre amigüitos,
siempre es bueno informarse de lo qué hay realmente antes de ir a los sitios “guiados
por la intuición”
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