Hace tiempo os
conté que lo que cada día leéis está escrito un sábado por la mañana pero que a
veces la maldita actualidad me pone frente a la realidad y me ofrece otros titulares. Por
desgracia estas nuevas noticias que roban protagonismo a las ya escritas casi
siempre son desgracias.
Hoy es un día de
esos. He releído lo que hoy debería haber ido al blog; lo de mañana viernes, lo
del lunes…… y he sentido una profunda tristeza. Eran post divertidos, Salazar
haciendo de las suyas, Jesús Osés Balduz metiéndose con la clase que nos
desgobierna, plantas en el monte, cuanto
ha llovido….. cosas que nos afectan y mucho pero que la realidad por desgracia las
ha hecho pasar a un segundo plano.
Soy un admirador
de la filosofía hebrea y musulmana a la hora de encarar los problemas. Siempre
hay que atacarlos de uno en uno y empezar por el más acuciante. Pero cuando
acabas con el primero el segundo toma el protagonismo que tenía el que has solucionado,
con lo cual el devenir humano es un camino continuo de lucha y resolución de
conflictos en los que siempre el que tienes entre manos parece que es el más
complejo de todos a los que te has enfrentado. Nuestra memoria es selectiva,
tiende a olvidar lo malo y por eso cada problema parece mayor que el anterior.
Si no fuese así nos volveríamos locos, no podríamos vivir sumergidos en un mar
de recuerdos negativos.
Hasta que de
repente se mueve la fila de problemas y uno que o no estaba o figuraba de los
últimos en la lista aparece por arte de magia atropellando a todos los demás. No
te planteas que un problema que no tenías puede destrozar tu vida.
Esto es lo que
le ha ocurrido a unos buenos amigos míos.
Vivimos en un
privilegiado primer mundo, con un sistema social en el que entre todos nos
protegemos y ayudamos. Estamos tranquilos; pero cuando aparece en primera plana
algo como lo que le ha ocurrido a Sara veo lo frágiles que somos y lo delicado
que es nuestro día a día y nuestra vida. La actualidad en cualquier momento puede
destruirnos ese equilibrio y esa tranquilidad. La vida es como la naturaleza, es
dura; no es amable ni sencilla
Perdí a mi padre
hace casi tres años, pero parece que las personas tenemos asumido eso; es ley
de vida. No tengo hijos y nunca sabré el dolor que tiene que ser el que están
pasando Juan Jesús y Elena. No tengo valor para decirles que comparto su
sufrimiento; aunque lo intente es imposible.
No me habléis de
dioses o destino, me parece cruel y cínico .
Sólo mostrar mi
afecto a Juan Jesús, a Elena y a Carlos,
a sus familiares y a sus amigos; y a todos ellos agradecerles los buenos
momentos que hemos pasado juntos.
Un abrazo de los
que duelen las costillas. Y mucho valor.
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