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Música

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jueves, 9 de febrero de 2017

Esto sí que fue una marcha

Música de hoy, vamos con cosas épicas "Wasted years", de Iron Maiden





El pasado día 27 de enero el mundo "celebró" una fecha; se cumplieron 72 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Cuentan las crónicas que el primer soldado que entró en aquel campo, un soviético con el alma encallecida tras cuatro años de guerra, se quedó espantado de lo que allí vio. Y dicen que sus tropas, otros soldados curtidos, le rogaron que les dejase salir de dicho campo por que el hedor era insoportable. Ahí está ese campo todavía en pie como símbolo de lo que la maldad humana puede llegar a urdir

El exterminio llevado a cabo por los nazis está muy documentado y pone la carne de gallina al ver esa máquina perfecta de matar; jamás el ser humano ha hecho algo tan engrasado y tan calculado, con ese control de costes y tan metódico y con ese fin tan espantoso. Es todo un estado, todo un país dedicado al exterminio

Pero ha habido otros sitios y otros hechos que sin ser tan metódicos no dejan de ser igual de terribles. La Alemania Nazi lo planeó y con precisión germana lo ejecutó. Pero como os digo en otros lugares se llevaron a cabo matanzas que no tienen nada que envidiar. Eso sí, totalmente improvisadas y en las que en vez de recurrir a la maldad colectiva el instrumento fue la crueldad individual

Esto que os voy a contar ocurrió en Filipinas también hace setenta y seis años. Tampoco hace tanto

Pearl Harbor fue el detonante de la entrada en la IIWW de EEUU. No os voy a descubrir nada nuevo acerca de ese hecho, está abundantemente representado tanto en la literatura como en el cine. Imposible olvidar a Kate Beckinsale en esa espantosa película que es Pearl Harbor.

Ese ataque también fue el arranque de una guerra relámpago de Japón en el sudeste asiático. A la vez que Pearl Japón invadió Filipinas. Las tropas estadounidenses y las filipinas no estaban preparadas para esto y tuvieron que replegarse, dejando Manila que a los pocos días fue tomada por las tropas niponas. Los soldados aliados se replegaron hacia la Península de Bataan. Allá esperaron que les llegaran suministros y un convoy de evacuación..... que nunca llegó. La guerra lo hizo imposible.

Pocos meses después y tras agotar víveres y provisiones, diezmados por las enfermedades tropicales y muy debilitados se rindieron a los japoneses. Los soldados vencedores veían con tremendo desprecio el hecho de rendirse al enemigo, para ellos era una deshonra. Antes la muerte que la rendición era la máxima del soldado japonés en aquellos tiempos. No olvidemos que su emperador era considerado un dios. Casi nada.

Setenta y dos mil hombres, entre yanquis y filipinos, se rindieron ese día. Y ese día empezó el calvario, nuca mejor dicho.

El alto mando japonés decidió trasladar a esas personas a un emplazamiento más seguro. ¿Cómo mover 72.000 personas en un lugar sin carreteras ni vías de ferrocarril? Pues estaba claro. Andando. Ahí empezó la Marcha de la Muerte de Bataan. Había que moverlos desde Bataan hasta un campo de prisioneros situado a cien kilómetros. Se fijó y se dio un plazo: cinco días. Las instrucciones fueron estrictas

Se dividió el contingente de 72.000 en grupos de cien y a su cargo se puso a un oficial y a varios soldados con una orden clara: no ha lugar a retrasos, a cualquier precio

Si recorrer veinte kilómetros puede parecer fácil, no lo es tanto recorrer al otro día otros veinte y al otro día y ....... y si a esto le sumas que llevaban tres meses subalimentados y plagados de enfermedad...... y si a esto le sumas que no los alimentaron...... y si a esto le sumas el celo máximo de los carceleros que no dudaban en ejecutar a golpe de bayoneta a quien se retrasaba....... o a quién levantaba del suelo a un compañero...... pues el resultado es el que es. Y todo ello bajo un sol tropical que quemaba.

Fallecieron, bueno, fueron asesinados, veinte mil personas en esos cinco días. Uno a uno y la mayoría a bayonetazos. Un soldado que se rinde ya no es un soldados pensaban los japoneses. Y no merece honor ni respeto.

Tras llegar al campo de prisioneros las condiciones de vida no mejoraron mucho. Fueron hacinados en vagones de tren de mala muerte y mal alimentados. Allá permanecieron hasta que Japón se rindió

El general japonés Honna Masaharu fue condenado como responsable de estas atrocidades y ahorcado en Manila. Realmente no fue así, Honna era comandante del campo pero no ordenó la marcha. La cadena de responsabilidades quedó muy diluida y es posible que los auténticos responsables no pagaran por sus actos

Otro crimen y otra muestra del salvajismo humano.




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