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miércoles, 15 de abril de 2015

¿Por quién doblan las campanas? Doblan por tí

Como esto va hoy de campanas, "Hell´s bells", de AC DC. Venga, levantaos vagos




Las campanas siempre han formado parte de nuestra vida y de nuestro léxico. Que si "Dar el campanazo" que si "Campanudo"..... y forman parte del horario en todo Europa

Pero en la historia también han tenido su trozo, su parte de importancia y su cuarto de hora de gloria. Sobre todo en la Medieval y Católica España, más concretamente en Aragón. Hay un par de historias, aderezadas con la consabida mala leche e inventiva española, que merece la pena conocer

La primer está protagonizada por Ramiro II el Monje. Difícil tarea gobernar en aquellos años, y más cuando has heredado un reino de tu hermano, hombre bravo del que se decía que dormía con la coraza puesta. El hermano de Ramiro II, Alfonso I el Batallador, había muerto sin descendencia, se ve que todo su tiempo lo dedicaba a la noble tarea de escabechar rivales, ya fueran cristianos o moros, que no hacía el buen Alfonso muchas diferenciaciones.

Pues en esto estaba Ramiro II el Monje, ejerciendo de tal cuando le llegó un fax solicitando que se hiciera cargo de puesto de Rey que había dejado su hermano vacante. Y el buen Ramiro con su hermano solo compartía el apellido. De aguerrido y batallador tenía poco, así ue pasó lo que tenía que pasar, que la nobleza se le desmandaba y lo tomaba por el pito del sereno

Ramiro recurrió a los consejos del que había sido su abad. "¿Qué hago con los levantiscos nobles?" Preguntó por medio de un consejero. Y el abad, hombre práctico, como respuesta cogió al mensajero y se lo llevó al huerto (en el sentido literal ehhh). Y se puso a arrancar las coles allí sembradas que más descollaban por encima de las demás.

"Sólo explícale a Ramiro lo que he hecho, él lo entenderá"

El mensajero volvió con el recado y por supuesto que Ramiro entendió. Con la excusa de que había fundido una campana que se oía por todo el reino, convocó a los nobles díscolos y a un más díscolo obispo a cortes. Los hizo entrar de uno en uno en la sala y según fueron pasando, los mandó decapitar y colocar sus cabezas en círculo. Cuando tuvo doce se dio por satisfecho con el tema de las horas. La décimo tercera cabeza, la que haría de badajo de la campana fue la del obispo.

Ramiro hizo pasar al resto de nobles para que vieran lo bonito que le había quedado tan original reloj. Y parece que el resto del cuerpo nobiliario aprendió la lección y cejaron de hacer el pillastre.

Total que la jornada, con la excepción de los trece decapitados, acabó muy bien y en paz. Los nobles volvieron contentos a su casa y muy agradecidos a su rey por lo didáctico que había sido. Y el buen Ramiro, que hasta entonces llevaba fama de flojo, se ganó merecidamente el respeto del resto de los nobles que aún conservaban su cabeza en su sitio.

Aún así, el resto del reinado de Ramiro II pasó con más pena que gloria.

Ya veis, al reclamo de la campana la que se montó

Mañana otra historia relacionada con campanas y aragoneses, también de las bonitas y de las de leerles a vuestros hijos antes de ir a dormir.



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