Música de hoy, vamos con Judas "Pain killer"
¿Qué será ser el último de tu país, de tu familia, de tu clan, de tu tribu? Pues os presento a Truganini, la última aborigen de Tasmania
Muchas veces os he hablado de la capacidad del ser humano para hacer el hijoputa. Parece mentira, pero siempre el nuevo tirano hace bueno al anterior. Hay hechos históricos que ponen los pelos de punta. Hoy os voy a contar uno. Otro más, de los desconocidos por que siempre la historia, no sé por qué, es benévola con el que la escribe. Si es que no hay nada como tener el tintero
Pero lo cierto es que el animal mas letal que ha habido en este planeta azul es el hombre. Lo curioso es que desde un punto de vista jurídico genocidios solo ha habido desde 1940 hasta hoy. Que es cuando los libros de derecho internacional acogieron este delito. Antes, no había genocidios, eran simples matanzas. Así de fácil.
Hablamos de genocidios, pero siempre es el mismo. El que se produce de unos, que son más, más fuertes y mejor armados, sobre unos pocos que tienen algo que los primeros desean.
Vayamos con lo de hoy, con un genocidio que se produjo en el otro lado del mundo, en un sitio tan recóndito como es Tasmania
Tasmania es un andurrial al otro lado del mundo. Fue descubierta en el siglo XVII por Abel Tasman, que se quedó ojiplático ante lo que contempló cuando llegó allá. Los que allí vivían le parecieron poco más que animales. Nada como el aislamiento y la endogamia para diferenciar a unos especímenes de otros y eso es lo que había ocurrido en Tasmania. Eran siglos de aislamiento
Los nativos vivían de la forma más simple posible. Desnudos, practicando la poligamia, en clanes en el que el más fuerte mandaba, sin conocer la agricultura ni na ganadería. Vivían de lo que pillaban y de lo que cazaban
Como os podéis imaginar, poco enemigo frente a las armas de fuego...... y a las enfermedades europeas que por aquel entonces estaban. Sarampión, viruela, escarlatina..... toda una suerte de lindezas
Al principio la cosa fue bien. Llegaron unos pocos colonos que ni se molestaban ni se estorbaban con los nativos. Pero llegaron más, y más y más. Y la presión sobre los nativos aumentó. Se cuenta que el inicio de todo fue una cacería de canguros que a los tasmanos mosqueó. Fueron a buscar explicaciones, pero de mala leche y cabreados. Vamos, lanzas en ristre.
Para encontrarse con fusiles. La masacre debió ser antológica. A partir de ese momento las cosas fueron de mal a peor. Y peor para los nativos, claro está.
El periódico local, el "Tasmanian Advertiser" hizo una editorial clamando por el derecho primordial a la defensa y a la seguridad. Y pronto se empezaron a ofrecer recompensas (por parte del gobierno) por atrapar a nativos díscolos. Lo que pasa que ya me contaréis como diferencial al díscolo del dócil. Así que todos iban por el mismo rasero.
La matanza se prolongó durante quince años. Al final, en 1833 los 200 supervivientes que quedaban se rindieron.
Fueron deportados. Literalmente, arrancados de la tierra que les vio nacer y llevado a otra isla. Allí, poco a poco, el hambre y las enfermedades fueron haciendo de las suyas. En 1.876 murió la última superviviente, la mujer que ilustra estas lineas. Había visto morir a todos los suyos, era la última superviviente y su deseo fue que sus cenizas reposaran en su Tasmania original y querida.
A cambio, su cuerpo quedó "para la ciencia" y su esqueleto estuvo expuesto en la Royal Society of Tasmania hasta..... 1976. Hasta hace cuatro días como quien dice.
Al final, el esqueleto fue incinerado y con un siglo de retraso, se cumplió el deseo de esa pobre mujer
El Gobierno Británico nunca ha pedido perdón por esta masacre.
Otra más
Os dejo un enlace a un escaner del periódico en el que se pide el "derecho a defenderse"
No hay comentarios:
Publicar un comentario