Os voy a contar una leyenda guaraní. Como todas las leyendas tiene su parte triste, así que quien tenga el corazoncito sensible, que salte esta parte
Un marino español, Don Diego García de Moguer, curtido en su oficio por haber participado en las expediciones de Magallanes, decidió buscar fama y fortuna por su cuenta; cosa habitual en la escuálida España del Siglo de Oro para los que no eran nacidos en cuna noble. Nuestro protagonista era un buen marinero y un tipo duro, de los que no se andan con tonterías y montó su expedición subiendo por el Río de la Plata y remontando el Río Pilcomayo. Su objetivo era buscar La Sierra de la Plata para poner el culmen a sus sueños de fortuna y fama. Aquí es donde empieza la leyenda guaraní
Cuenta la leyenda que le Río Pilcomayo era un lugar de aguas cristalinas, despejadas y transparentes, puras como la luz de luna. Remontando Don Diego el río, encontrose con una bella guaraní, enamorándose perdidamente ambos como solo las personas jóvenes lo pueden hacer. El amor surgió entre la pareja a la cual separaba un océano pero que La Diosa Fortuna había hecho que sus caminos se cruzaran.
Se prometieron amor eterno y se juraron fidelidad por el resto de sus vidas. Pero pronto el taimado Don Diego cansose de su bella princesa guaraní y abandonola con la promesa de su pronto retorno, cargado de prebendas reales.
Nuestra princesa todos los días iba a las orillas de tan prístino río a esperar la vuelta de su amado. Pero pasaba el tiempo y el hecho no se producía. La tristeza iba consumiendo a nuestra princesa y el dolor resecaba su corazón. Ya no quedaban lágrimas en los ojos de nuestra protagonista. Mientras Don Diego hacía el zascandil por toda sudamérica, tras haber olvidado a su enamorada princesa guaraní
Entonces los espíritus del río, los Polas, apenados por tanto lloro y dolor, convirtieron a nuestra princesa en una planta, el camalote, una planta acuática que flota en el agua y que recorre el río hasta su desembocadura. De esta forma podría bajar por el río y llegar al mar para buscar a su amado. Fue la primera de una especie de planta que ahora puebla todos los ríos sudamericanos. La princesa fue el primer camalote.
Esta el la bella leyenda, la historia de amor entre Don Diego y la Pocahontas Guaraní que acabó convertida en verdura
Pasaron los años, pasaron los siglos. El esplendor del Impero Español desapareció y, por desgracia, casi la totalidad del pueblo guaraní. Llegó la edad actual y con ello, llegó la tontería, la tontada y los tontos
Algún ricacho de nuevo cuño de la provincia de Badajoz, supongo que de los del ladrillo, decidió poner en el estanque de su chalet alguna planta decorativa. Y aconsejado por algún sesudo jardinero, puso una bonita planta acuática exótica, de nombre camalote. Una descendiente de nuestra princesa.
Y nuestro rico, cansado con el tiempo de la decoración del estanque, decidió renovarlo. No tuvo mejor idea que tirar los camalotes al...... Guadiana. Total, por cuatro plantas no va a pasar nada
Pues pocos años después el Guadiana está infestado de camalotes. Cientos y cientos de kilómetros de cuenca atascados por esta exótica planta. El camalote se está apoderando de la cuenca del río, río que vio partir de joven a Don Diego García de Moguer. Por fin, quinientos años después, nuestra princesa y el galopín de Diego se encontraron
Y ahora lo que tenemos es un problema morrocotudo en el Guadiana. Prácticamente el río está colapsado por la planta de marras. Se estima en que se han extraído en los últimos años cuatrocientas veinte mil toneladas de la planta en cuestión, que se dice pronto. Y el problema no hay forma de solucionarlo, cada vez va a más
Si Diego hubiera sido un poco más cabal con nuestra princesa, no hubiera ocurrido esto
Chorradas aparte, hay que tener un cuidado extremo con las especies alóctonas (alóctono= que viene de fuera) que se introducen en un ecosistema, puedes generar un problema tremendo. Ante la duda, mejor no hacerlo
No! cabe un tonto más
ResponderEliminarEso parece. Pero luego siempre entra algún otro
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