En aquel maravilloso tour que hicimos por el este de Europa recalamos en Bratislava, capital de la República Eslovaca, sitio mundialmente conocido por ser la patria de Adriana Sklerinakova y por nada más. Adriana es la chica que encabeza estas líneas
La verdad es que es una ciudad totalmente prescindible. Caímos a primera hora de la mañana, dimos una vueltecita y en poco rato lo poco que había por ver, estaba visto. Antes de esto, chavales previsores que éramos, nos pusimos a buscar alojamiento para pasar la noche. Resulta que cerca está Brno, otra ciudad que tiene un circuito de fórmula uno. Y como había carrera, pues estaba todo lleno. Tras hacer unas cuantas llamadas conseguimos alojamiento y a un precio no muy caro en un hotel de la ciudad, el hotel Krimm. Con todo visto ya, decidimos volver al coche a dar una vuelta por los alrededores.
Llegamos y los amigos de lo ajeno habían hecho de las suyas. Nos habían roto la ventanilla trasera y nos habían robado lo poco que había a la vista. Era una chubasquero y unos regalos que uno de nosotros había comprado con todo el amor que es capaz un enamorado para la chica por la entonces bebía los vientos y con la que con los años se casó.
Ahí estábamos los cuatro contemplando las pérdidas personales, yo mirando la ventanilla de mi flamante audi coupé, otro diciendo que a ver que se ponía si ahora llovía, otro desconsolado ante la pérdida de semejante valor sentimental y el cuarto como siempre, fuma que te fuma y pasando de todo.
"Bueno, lo primero es ir a comisaría para poner una denuncia para que el seguro cubra los daños"
Nos plantamos en una comisaría eslovaca. Mira, si me llevan detenido en vez de a poner la denuncia me cago por la pata abajo. Qué sitio tan tétrico y fúnebre. Eso sí, el policía que nos atendió muy amable y en un perfecto inglés. A la media hora salimos de comisaría con nuestro papel de denuncia en un correcto eslovaco.
Mira que casualidad que nos cruzamos con unos catalanes. Y nos pusimos a hablar con ellos y les narramos nuestra desgracia. Ellos nos dijeron que no tenían alojamiento. Y uno de nosotros largó que nosotros estábamos en el hotel Krimm. A los catalanes les faltó el tiempo para salir pitando y supongo que se dirigieron al hotel en cuestión.
Ya vamos tres cero ese día. Rotura de lunas, robo en el coche y apuesto doble contra sencillo a que esos espabilados nos levantaron el catre. Realmente teníamos intención de anular, ya que habíamos tomado la decisión de ir a Austria a buscar repuesto para la ventanilla, pero como os digo, a los catalanes les faltó el tiempo para poner pies en polvorosa dirección Krimm
Como os digo, buscar una ventanilla trasera para un audi coupé en Eslovaquia era imposible. Así que a las tres o cuatro y sin comer enfilamos a Austria. Cruzamos la frontera ante los ojos socarrones de los polis y buscamos el primer concesionario grande de Audi. Un poli de fronteras muy amable nos lo indicó y oye, llegamos sin problemas. Pero el dueño del taller nos dijo que no, que había que pedir la pieza, pero que nos hacía un apaño. Total que con un cartón y dos rollos de cinta americana nos cerró el desperfecto. Vuelta a salir del concesinario, de tal forma que el pasajero trasero derecho lo único que veía era un cartón.
Eran las ocho de la noche, sin comer, si cama, sin ventanilla, sin chubasquero y sin regalos.
Así que enfilamos hacia Viena. Yo tenía en la cabeza un bonito camping en el que había estado hacía años, con sus cabañitas y todo. Pero había que cruzar la ciudad y en hora punta
Total que en mitad de un atasco monumental uno de nosotros dice
"Para que me meo"
Mira, ahí exploté yo
"Mecag.....s nos han robado, nos han quitado el hotel, no tenemos donde dormir, nos han roto la ventanilla, no hemos comido, no sabemos por donde vamos.....Y TU TE MEAS. Pues saca la cola por la ventanilla y meas, pero yo no paro"
"QUE ME MEO MUCHO. QUE ME VOY A MEAR POR ENCIMA"
Bueno, que entre blasfemias y juramentos paré en un lateral.
Total que conseguimos llegar al camping de marras y montamos las tiendas. Tocaba echar algo al estómago, así que nos planteamos ir al centro a cenar. Parece mentira como cambian las cosas con el estómago lleno. Tras deglutir unas cuantas hamburguesas y ya con el estómago lleno y con alguna cerveza dentro, acabamos riéndonos del día tan tétrico que habíamos tenido.
La verdad es que de vacaciones siempre se está bien
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