Os presento a Lyudmilla Pavlichenko
Sobadas y manidas frases esas dos de "La historia la escriben los vencedores" y "La historia es cosa de hombres". Repetidas hasta la extenuación, pero no dejan de ser ciertas. Bueno, hoy os voy a contar una historia de las que acaban bien, que si no alguien se queja de que siempre acaban mal y protagonizada por una mujer.
Recientemente se ha estrenado en el cine la última película de Clint Eastwood en la que se cuenta la vida de Chris Kyle, el que se considera el tirador más letal de la historia de los Estados Unidos. Gran película, por cierto. Hace años fue "Enemigo a las puertas", del gran Annaud y protagonizada por Jude Law. Cuenta la vida de Vassili Zaitsev, el más condecorado francotirador soviético que le tocó batirse el cobre en el cerco de Stalingrado.
No sé de que temple y de que carne estarán hechos este tipo de personas. Estar al acecho durante horas o días esperando a que el blanco se ponga a tu alcance, verlo por la mira y luego reventarle la cabeza y quedarte tan pancho, hay que reconocer que no tiene que ser fácil. Por lo menos las primeras veces, luego quizás te acotumbres.
A Kyle se se atribuyen 255 muertes y 160 confirmadas (o sea, con testigos). De ellas, 40 en un solo día. A Zaitsev, el soviético, entre 150 y 250, que tampoco estaba mal para el momento. No era lo mismo andar por Bagdag que por Stalingrado
Y ya os conté aquí la histora de Simo Hayha, el finés. Otro especialista en esto de cazar hombres y que a fecha de hoy, todavía tiene el récord del mundo.
Pero este hueco de la historia ha ninguneado, y no se por que motivo, a quien posiblemente fue, después de Simo, quién más piezas se llevó por delante. Y era una mujer; Lyudmilla Pavlichenko, la ucraniana.
Pues que sepáis que esta señorita contabilizó la nada desdeñable cifra de 309 alemanes finados, la mayoría de ellos oficiales, que eran el blanco preferido por los francotiradores. Demostró y con creces que era capaz de hacer lo mismo e igual de bien que cualquier hombre.
Al final de la guerra, siendo ya una heroína y una leyenda, fue herida y evacuada a Canadá para su convalecencia. Allí viajó por el país y por EEUU dando charlas y conferencia acerca de "su habilidad". Y además tuvo el privilegio de ser la primera ciudadana soviética recibida por el presidente de los Estados Unidos, Roosvelt
Acabó su vida de historiadora colaborando en los archivos del Ejército Rojo. Bien considerada, muy mayor y siendo una pacífica y tranquila abuelita.
Pero de armas tomar, y nunca mejor dicho.
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