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Música

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lunes, 18 de marzo de 2019

Capítulo ducentésimo sexagésimo sexto: "Fiebre del oro"

Música de hoy, del gran Morricone "The ecstasy of gold". El caso es que a mí hace años me llamaban macarra por que veía las películas de Clint Eastwood y ahora es un director de culto y aclamado. No entiendo nada. Eso sí, soy y me gusta ser un macarra


Foto de Edu



Creo que fue el año pasado cuando os conté eso de "las fases del viajero" que por lo menos yo he experimentado en mis carnes. La primera fase coincide con tus primeros viajes, es la fase de las sorpresas; vas por el mundo absorviéndolo todo y con ojos como platos. Poco a poco entras en esa segunda e injusta fase que es la de las comparaciones; comparas lo que estás viendo con lo que viste en otro viaje anterior. Esta fase es tremendamente injusta y en la que no disfrutas realmente de las cosas

Luego llega la tercer fase, la del hastío. Te crees que has viajado mucho y ya empiezas a hacer los viajes por hacer, por que toca viajar. Y llega un momento en el que añoras aquellos primeros viajes en los que ibas de sorpresa en sorpresa

Pues servidor está en la cuarta fase, en la que yo denomino católicamente redención. Es, y no me preguntéis como pasa, vuelves a recuperar esa ilusión de los primeros viajes. En esa fase estoy yo, no se si con cosas de la edad o que. Pero ahí estamos

Lo que ocurre es que en cualquiera de esas cuatro fases siempre hay momentos en los que la realidad te da una ostia en la cara y te recuerda que en este mundo hay cosas bonitas y hay otras que no lo son tanto. Y eso ocurre cuando te das de morros con la enfermedad que mas muertes ha causado en la historia. Esa enfermedad es la miseria, la pandemia que mas gente ha matado y sigue matando.

Siento defraudar a los pesimistas antropológicos pero el mundo ha cambiado y lo ha hecho a mejor. Siempre ha sido así y creo que siempre lo será. El mundo está ahora mucho mejor que cuando yo comencé mis épocas de Facundo, pero aun por desgracia hay lugar a la pobreza, a la pobreza extrema y a la miseria. Me da igual viajar a un lugar como Madagascar o a un arrabal de Toronto. La miseria ahí está, frente a tus ojos de viajero y se muestra en toda su crudeza

Hubo un momento en uno de esos tres días en los que cruzamos "la maldita nasional sinco" en el que al cruzar un riachuelo nos encontramos con personas que se dedicaban al oficio de buscar oro. Ved la foto que encabeza esta tostonada y ahí está plasmado el momento. 

Una mujer, sentada en un pedrusco y metida en un lodazal, agitando una batea para sedimentar unos pocos decigramos de oro. Fijáos en su mirada, una mirada entre triste, resignada y acusadora, fruto de la necesidad y de agarrarse a lo único que tiene. Estaba ella y el resto de su familia dedicándose a tan ingrato trabajo. Todo el puto día metidos en esa charca, agitando la batea con la esperanza que os digo, poder juntar entre todos y entre toda la semana unos pocos gramos de oro. 

La miseria es mas fácil encontrártela en las ciudades. En el campo, mal que bien y mas en un lugar de naturaleza feraz como es el África Tropical, la gente se apaña con lo que da la naturaleza. Pero en ese recorrido por la nacional cinco y sin previo aviso todo el grupo nos dimos de bruces con la miseria. La verdad es que se te caen los huevos al suelo al ver a todo el pueblo chapoteando en esa agua turbia bajo un sol de justicia.

Yoli nos contó que ahora hay empresas chinas en Madagscar que están comprando los derechos de explotación de las buenas menas auríferas. Lo poco que queda es lo que estos nuevos perseguidores del sueño del oro africano rebañan al río. Recuerdo perfectamente la situación que vivimos al asomarnos al puente. Cesaron las conversaciones y se hizo el silencio al contemplar lo que vimos. Yo particularmente me sentí un poco voyeur al asomarme a la desgracia ajena. Servidor acostumbra a dejarse el corazón y el estómago en casa cuando sale de viaje, pero estas situaciones siempre sorprenden. Estas sorpresas se repiten y son siempre la misma, me da lo mismo la viejecita que se dedicaba a subir leña en Namche Bazaar en Nepal, que el crío que apacentaba un rebaño de vicuñas en el altiplano peruano que los buscadores de oro malgaches. Y son estas sorpresas  las que como os digo que me hacen desear creer en algún dios para poder ir a mi iglesia a dar gracias de vivir donde vivo y como vivo.

Y otra de las consecuencias de esta "cuarta fase de viajero" es que vuelves y ya estas planeando el siguiente. El de este verano  lo tenía mas o menos claro pero me están entrando dudas, puede que cambie de continente y me encamine a ver otro sueño del oro, el lugar del "sueño del oro americano" y haga el descenso del río Yukon; me apetece también combinar viaje y deporte

Viajad, viajad mucho. Un mes de viaje es como una carrera universitaria. Y viajad con buena gente.



1 comentario:

  1. Nosotros incluso antes de volver, ya estamos planeando el siguiente. No hay nada como viajar.

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