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Música

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miércoles, 27 de mayo de 2015

Curioso caso de evolución

Música de hoy, "Take it easy", de The Eagles




Recuerdo un magnífico capítulo del Tío La Vara. Un sargento de la Guardia Civil pedía al Tío La Vara, que se había retirado y estaba levantando pared en una obra, que volviera. Los argumentos del sargento eran claros

"Tú eres el Tío la La Vara y tienes una responsabilidad. Tienes que volver, el mundo está lleno de tontos y de tontería"

Pues es una verdad como un puño, el mundo está lleno de tontos. Nace uno más y se caen al mar. 

Resulta que hay unos nuevos vientos que azotan EEUU y que ya soplan por Europa y por doquier. Un grupo y no pequeño de gente que propugna la teoría del creacionismo, o sea, que de evolución de las especies y evolución natural, nada de nada. Que las cosas son como las Biblia las cuenta literalmente, que el mundo se hizo en seis días y que el creador al séptimo se tumbó a la bartola, baldado tras semejante esfuerzo.

Esto no pasaría de ser una anécdota si no fuera por que ya estos grupitos, con no poco poder y dinero, están luchando por elevar estas teorías a las escuelas, institutos y universidades. Y hacernos aún más tontos de lo que somos, por supuesto. Es por esto por lo que yo digo que toda persona tiene que tener un mínimo de conocimientos de ciencia. Ciencia y democracia van de la mano, cuanto mayor es la formación científica de los ciudadanos de un país, mayor es su nivel de democracia y libertad. Así nos va, que hacen de nosotros lo que les apetece. Si no es el creacionismo, son los horóscopos, los dioses o la homeopatía.

Bueno, a lo que voy, a un caso curioso y muy representativo de la evolución de las especies. Os presento a la mariposa del abedul, en su variedad blanca y negra


Este bichito se presenta en sus dos colores, blanco y negro. Vive de noche (denoches en Peralta Monumental) y de día se dedica a sestear camuflada en la blanca corteza de los abedules.

En la Victoriana y empingorotada Inglaterra de principios del siglo XIX había muchas de estas mariposillas. La mayoría eran blancas, ya que las negras difícilmente se camuflaban en la corteza blanca del abedul. Pajarraco que pasaba volando las veía nunca mejor dicho al voleo y zasca, mariposa al buche. Las pobres negras no tenía mucho que hacer ya que eran presa fácil de las aves.

Llegó la revolución industrial, la máquina de vapor y...... el carbón. Y en pocos años Inglaterra se tiñó de negro. Se calcula que en una hectárea de una ciudad se llegaban a depositar hasta 20 toneladas de hollín. Y los abedules se comenzaron a tintar de negro también. ¿Qué ocurrió? Pues que en pocos años, las tornas mariposiles se invirtieron y que la especie blanca prácticamente desapareció de la faz de Inglaterra y la que se enseñoreó de los abedules fue la negra, que era la que se mimetizaba ahora mejor. La especie blanca pasó a ser objeto de coleccionista

Y siguieron pasando los años. Se instalaron chimeneas más altas y el gas sustituyó al carbón. Poco a poco, el tiznado paisaje mutó de nuevo a las prístinas praderas. De nuevo fue la mariposa negra la que se volvió a llevar la peor parte en detrimento de su pariente la blanca, que se volvió a hacer la dueña de todas las cortezas de los abedules

Un caso curioso y reciente de como solo los más adaptados al medio sobreviven. Y que a fecha de hoy, en el siglo XXI haya que aguantar tontadas sin liarte a tortas cuando oyes según que patrañas, tiene narices la cosa

Ahora os preguntaréis ¿Y esa etiqueta de anís el mono que ilustra este tostón, a qué viene? Pues es una parodia caricaturizada  del buen Charles Darwin, quien expuso su teoría de la evolución natural y el origen de las especies. Causó hilaridad entre la encorsetada sociedad científica de la época, pero en poco tiempo se le reconoció su trabajo y sus cuatro años de mareo en el Beagle

Y un pequeño homenaje desde estas líneas a Alfred Russel Wallace, que por otros caminos llegó a las mismas conclusiones que Charles Darwin, lo que pasa que uno se ha hecho más famoso que el otro; pero ambos tienen a nivel de la comunidad científica el mismo reconocimiento

Viva la mariposa del abedul, viva Darwin, viva Wallace y abajo los tontos y las tonterías

Y viva el anís del mono, sobre todo en su variedad de etiqueta verde.

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