Algo que no he conseguido todavía controlar al 100% en mis viajes es la sensación de cruzar la frontera entre países.
Cuando empecé de Facundo por el mundo todavía existía frontera entre España y Francia. Recuerdo el tener que esperar al lado del palo hasta las siete de la mañana, hora a la que un adormilado guardia civil procedía a abrir la cancela. Y recuerdo la sensación y las manos húmedas la primera vez que tuve que mostrar en dicha frontera el carnet de identidad. Realmente era una estupidez el estar nervioso, la frontera aquella para turistas era un mero trámite, pero no lo puede evitar
El primer avión que cogí para salir de vacaciones tuvo como destino Egipto. Y aterrizar en el país de los faraones y encontrarte con una barricada hecha con sacos terreros con una ametralladora detrás y una sección de soldados del Ejército Egipcio no es muy tranquilizador. En teoría aquella ametralladora estaba para protegernos, pero la mirabas y notabas el sudor caer por la espalda.
Creo que las fronteras se pueden clasificar de dos formas; una, depende si el país es o no turístico. Y otra si es frontera terrestre o aeroportuaria. Las diferencias son tremendas
Si vas a un país turístico, normalmente el aduanero se parece a un ser humano amable. Si caes por un país que pasa del turismo, el aduanero pasa de ti como de la mierda. No es lo mismo ir a Jordania o Egipto que hacerlo a Uzbequistán o Kazastan. En los primeros si tienes algún problema con los papeles, normalmente el funcionario te echa una mano. En los segundos pasa de ti, te hace retirarte de la cola para no molestar y te manda al último de la fila, por tonto
Pero sobre todo si queréis conocer como es el país al que vais, lo recomendable es entrar por tierra. Las fronteras más hermanosmarx que me he encontrado son terrestres.
Recuerdo la que había entre Kazastán y Uzbequistán. Aquello era un guirigay que para qué. El contrabando, la gente saltando por encima de los mostradores, los críos llorando bajo el calor sofocante, madres dando teta a los bebés, el aduanero dejándose sobornar a dos manos, petates en los que se veía claramente que los que iba dentro eran fusiles, gallinas, conejos, gallos, cestos de frutas.... camellos y caballos atados a la puerta de la caseta de aduanas.
Todo eso rodeado de montañas de basura que casi ocultaban dicha caseta. Ahhhhh, y lo mejor eran los baños.
Las letrinas eran todo un poema. Allí había caca fosilizada desde los tiempos de Marco Polo. Vamos, que si había que hacer pis o pos lo prudente era hacer lo que hacían los de allí, dirigirse tras una mata
Esto está claro por qué es, la diferencia entre la frontera terrestre y la aeroportuaria. El mandamás de turno, o sea, el dueño del país, muestra el esplendor de su satrapía en el aeropuerto. Los empresarios extranjeros, políticos de otros países, la mayoría de los turistas..... entran por aire. Y tener un aeropuerto bonito y grande es para el tirano de turno signo de su poder. Sin embargo por la frontera terrestre no cruzan mas que los parias propios. Y ahí no merece la pena gastar
Si queréis conocer un país, entrad a él por tierra. Y viajad por tierra. Es como mejor se aprecia lo que tienes enfrente.
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