Siempre os digo esa tostonada de que es la ciencia la que nos ha sacado del barro y de la miseria. La ciencia es observación, toma de datos, establecimiento de hipótesis y comprobación, ni más ni menos. Y quizás esa sea la mejor característica de un buen científico, la observación
La observación fue lo que llevó a John Snow a certificar que la culpa de las epidemias de cólera que azotaban Londres. Y a partir de ahí todo vino rodado. Primero fue separar la toma de agua de beber de los puntos donde se vertía el agua sucia. Luego vino la cloración y fluorización del agua y el transportede la misma hasta las casas, eso supuso un avance bestial en la lucha contra la disentería.
Y ahora en el primer mundo estamos con lo de la depuración de aguas residuales. Es impresionante ver como ha cambiado el panorama de los ríos en España. No hay más que ver nuestro Arga y recordar como era hace treinta años. Ahora es un río (bueno, un canal) con vida. Antes era un estercolero. La depuración nos ha traído una calidad de vida que, por desgracia, no apreciamos en su totalidad
Ver esas construcciones que a la salida de los pueblos tratan el agua y la devuelven limpia a los ríos es digno de admirar. Es un proceso muy complicado, pero como os dije al principio, toda ciencia viene de la observación. Y fue de la observación de que el agua a la salida de los carrizales estaba más limpia que a la entrada lo que fundamentó los cimientos de las técnicas de depuración
Hoy se sigue investigando y se están llevando a cabo experiencias para sitios pequeños (campings, pequeñas poblaciones.....) de utilizar el carrizo como sistema depurativo. Que sepáis que una hectárea de carrizo llega a fijar en mayo la nada despreciable cantidad de 76 toneladas de nitrógeno y 7 de fósforo. Y sin consumo ni mantenimiento. Eso sí, hay que tener cuidado con el carrizal, su profusión puede mermar la lámina de agua en la que las aves y los peces viven.
Todo, en su justa medida
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