Pedro Salazar Ibiricu ha
aparcado su DKV en un camino de Peralta. Se conoce como “el camino de los
medios” y es el que une Peralta con el término de La Sierra.
A Pedro le gusta esta ruta.
Salir desde el pueblo al amanecer, ascender las colinas y poco a poco ir
avanzando por el camino hasta llegar a uno de los pocos parajes bien
conservados hay en Peralta. Además Pedro es amigo del propietario de La Sierra,
de hecho estudiaron en la misma universidad inglesa, han tenido negocios en común y siguen
las mismas modas, usos y costumbres. Y a Pedro le gusta visitar y conservar a
sus amigos, por eso de vez en cuando toma este camino
“Ayyyy, los amigos, los amigos….”,
piensa Pedro mientras asciende al pico maera, la cumbre más alta del entorno
Pedro ha perdido muchas cosas materiales
a lo largo de su vida, y siempre le ha dado igual. Lo material como viene se
va. Se lo enseñó su padre y a su padre el padre de su padre.
“Lo que hay que cuidar son las
amistades y mucho más a los amigos” le repetía machaconamente su padre
“Parece mentira que alguien como
yo, capaz de sacar las tripas sin pestañear a criminales corruptos sea tan
sensible con estos temas”. Piensa Salazar.
Nuestro héroe está triste,
desilusionado y, por primera en vez en su vida, amargado. Llega a la cima del
pico maera y se sienta al lado de una pequeña coscoja. Salazar cumple el
ritual, toma su cantimplora de cuarenta litros (Pedro es un hombre fuerte) y
riega y mima su pequeña plantita. En el
fondo es un sentimental. Alza la mirada y mira hacia abajo, a Vallacuera. Un
poco a su derecha contempla como los pinos están naciendo en Carricas. Pasarán
ochenta años para que el bosque se recupere del incendio, pero la naturaleza
tiene otros tiempos que no son los de los hombres
“Ayyyy, los hombres, los hombres…”,
piensa Salazar melancólico. Pedro necesitaba buscar la soledad para ordenar sus
pensamientos. Pedro es un hombre solitario
Hace pocos días, al abrir su
página de facebook (tiene dos, una para cada una de sus identidades) se
encontró con la sorpresa de que un amigo lo había borrado de su lista de
conocidos. Pedro sintió como si le arrancaran las entrañas, como si cayera a un
negro pozo sin fondo. Vacío por completo
Salazar medita. El justiciero
vengador nunca ha sido partidario de atribuir cualidades humanas a los
animales. Siempre le ha hecho reír esa manía de llamar bravo al toro, fiero al
león o traidora a la hiena. Los animales no tienen sentimientos, es sólo su
naturaleza. Tener sentimientos es exclusivo del género humano. Pedro también es
humano y, aún contra sus deseos, también cae en esa fea costumbre de catalogar
a las personas en función de sus sentimientos. Están los valientes, los
cobardes, los humildes, los generosos…..los agradecidos y los desagradecidos.
Estos últimos son los que
particularmente más molestan a Salazar. Es sencillo, a estos sólo los encuadras
ahí cuando ya te la han jugado.
Es lo que le siente Pedro. Que
se la han jugado. Una persona con la que trabajó, en la que confió y a quien
tenía por amigo, lo ha borrado del facebook. Sin más, sólo por una conversación
que tuvieron. Pedro siente que sus ojos se enturbian por las lágrimas que
acuden a sus ojos.
“Parece mentira, yo llorando
como un niño. Bueno, otro desagradecido más con el que me he cruzado en mi vida”,
piensa Pedro mientras se seca con el dorso de la manga.
Salazar Ibiricu se levanta, baja
del pico maera y se dirige a la DKV; hay mucho por hacer. Es hora de volver al
mundo.
Con un amigo menos… y tras haber
conocido a un desagradecido más.
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