Pedro Salazar
Ibiricu ha aparcado su exclusivo audi A12 en la puerta de una librería. Ha
hecho un encargo y su intención es recogerlo. Un atlas. Como todos los
libros que Pedro adquiere es de una
encuadernación exquisita. Pedro, cuando no está bajo su identidad secreta, es
un hombre de gustos refinados.
“¿Cuánto es?”
“Son cuarenta y
tres euros”
“Quédese el
cambio señorita. Que tenga un buen día”
Pedro ha pagado
con un billete de doscientos euros. Pedro es un hombre generoso.
Se dirige a su
mansión respetando escrupulosamente el reglamento de circulación. Hoy va a
dedicar la tarde al estudio y la meditación. Quiere averiguar por qué la crisis ha afectado de forma tan
desigual a los diferentes países de la UE.
Pedro se sienta
en su saloncito de 185 m2 (sin pilares en medio) frente a la chimenea. Tiene
una cafetera con café Kopi Luwak, una cajita de pastas de té Neiman-Marcus y
una botella de coñac Henri IV Dudognon Heritage de la cual se sirve media
copita. Pedro es un hombre prudente. Pone el réquiem alemán de Brahms en su
tocadiscos Proscenium Black Diamond V (Pedro es un romántico, todavía utiliza
los discos de vinilo) y
se dispone a comenzar su tarea.
Abre su atlas y
provisto de sus pinturas alpino procede a colorear en rojo los países más
afectados por la crisis. Portugal, Irlanda, Grecia, Chipre, España e Italia. El
resto de Europa lo colorea de verde. A Pedro le gusta el verde.
Intenta buscar
coincidencias entre los coloreados en rojo
¿Idioma? No.
Aunque todos tienen origen indoeuropeo, unos tienen raíces latinas, otro
sajonas y otro griegas
¿Gastronomía? No
por Dios. Unos comen patatas y ovejas, otros olivas y ternera, y otros le echan
queso feta a todo y comen cabras
¿Música? No.
Unos tienen el fado, otros música celta, otros el sirtaki y a los otros no hay
por dónde cogerlos.
¿Aspecto físico
de los hombres? No. Unos son morenitos y otros rubicundos
¿Aspecto físico
de las mujeres? Eso Pedro ni se lo plantea. Vas a comparar, hombre.
¿Clima? Tampoco.
En un sitio llueve mucho, otros son atlánticos y otros mediterráneos
¿Bebidas? No.
Unos beben whisky, otros le dan al vino que es un placer y otros son más de
cerveza
¿Orografía? No.
Unos son países muy llanos y otros muy montañosos
¿Carácter? No.
Unos son tristísimos, otros están todo el día con la pandereta
¿Humor? No. Unos
todo el día con bromas y otros no saben ni hacerlas ni encajarlas
Pedro se repite
las mismas preguntas y algunas más con los coloreados en verde. Y tampoco
encuentra similitudes entre ellos.
Pedro dirige su
mirada a su estantería de 25 metros y cinco estantes con libros
maravillosamente encuadernados. Ve un Nuevo Testamento. Y comprende. Ya ha encontrado
la similitud. De los cinco países coloraditos, cuatro son tradicionalmente
católicos. Los verdecitos, de tradición protestante.
En los países en
rojo, tradicionalmente ha existido el Sacramento de la Confesión. El ciudadano
va, peca todo lo que puede o le dejan, se confiesa y perdonado. Tan ricamente a
seguir jodiendo la vida al prójimo más próximo (eso del propósito de la
enmienda el ciudadano no lo entiende). En los países en verde, tradicionalmente
no existe la confesión, te tienes que ganar el premio o el cielo a diario con
tu trabajo y tus actos (como en el antiguo Egipto).
Y claro, esas
tradiciones han derivado en esto. En los países coloraditos con pedir perdón ya
vale. Todo se perdona. En los países verdecitos no. Es el día a día y año a año
lo que te hace ganar o perder. Son distintas filosofías y concepciones.
Pedro recuerda a
cierto monarca de cierto país que pidió perdón por hacer cierta cacería en
cierto Botswana matando cierto elefante. El Jefe del Estado pidió perdón y fue
suficiente.
Pedro reflexiona
como influyen las tradiciones y las religiones en nuestra vida diaria. Hasta en
la de Pedro, que sólo cree en Manitú.
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