Capítulo
septuagésimo tercero “Que bueno es saber idiomas (parte 1)”
El famoso y
primer viaje que hice. De paquete en una moto hasta Atenas. Ya os he contado
cositas de este viaje, tuvo de todo y fue bastante movido.
Llevábamos como
guía un estupendo mapa michelín de toda Europa. Sólo eso. Y claro, un mapa de
toda Europa se representa a una escala bastante grande, con lo cual la mitad de
los pueblos no vienen y muchas de las carreteras tampoco. Vaya par de melones
que nos juntamos. Bueno, son cosas de la inexperiencia, metes más la pata pero
te ríes mucho más.
Habíamos llegado
a Montpellier y nuestro objetivo era hacer noche en Italia ya. Quedaba tirada.
En esa época las variantes eran en Francia casi tan inexistentes como en
España. Te tocaba cruzar toda la ciudad. Y claro, entre lo mal señalizado que
estaba y nuestro conocimiento del idioma de Molière, no hacíamos más que meter
la pata.
La siguiente
ciudad grande por la que teníamos que pasar era Arlés. Ni una indicación. O no
las veíamos en Montpellier
“Para, que bajo
y pregunto”
“Para qué va a
preguntar. Que no hace falta”
“Es la segunda
vez que pasamos por este quiosco. Para”
“Vale”
Paramos y me
dirijo a un alegre lugareño en mi correcto francés
“¿Arlés?”
En un poco de
inglés me indica. Vuelvo ufano a la moto
“¿Has visto? No
hay nada como preguntar y saber idiomas. Sigue por aquí y luego……bla bla bla”
Total que
tiramos una hora para adelante y llegamos a una ciudad. Y a la entrada el
nombre. ALÈS. Tal como os lo digo.
Se ve que el
francés a quien pregunté no entendía mi francés, por qué no creo que fuese
problema de mi pronunciación. Bueno, se arregló con una hora extra de
conducción.
Os pongo mapa
para que veáis donde está Alès y donde Arlés
A partir de ese
día, si tenía que preguntar bajaba con el mapa y señalaba el punto gordo. Era
más prudente.
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