Mi primer viaje
a África, por Kenia. El objeto principal del viaje era visitar los Parques
Nacionales, a la caza fotográfica de los animales. Pero bueno, en un viaje de
dieciocho días da para todo. Hubo turismo de ciudad por una urbe tan
espantosamente fea como Nairobi, otra encantadoramente macarra como Mombasa,
playita y también un poco de conocimiento étnico. De temas personales sólo
hablo previo pago, así que no os molestéis en preguntar
Dentro de las
actividades programadas estaba la visita a un poblado masai. Imaginaos en medio
de una llanura abrasada por el sol un suelo rojizo y un horizonte plano que te
recuerda que la tierra es redonda. Un poblado de veinte chozas rodeado por
matas de plantas con cada pincho como clavos. Las casas de barro y techumbre de
ramas y palos. Seis vacas esqueléticas pastoreadas por unos críos. Y unas
quince o veinte mujeres masai esperándonos al grupo de cinco turistas españoles
con tres bebés en brazos.
“No les deis
dinero”
Esa fue la
consigna del guía. El llevaba la cantidad pactada con el jefe del clan y algún
regalo para los críos.
La etnia masai
tradicionalmente ha sido orgullosa de sus tradiciones, guerrera y altiva. Y al
ver reducida a esas personas a un triste grupo mendicante se me cayeron los
güevos al suelo. Ver a una cría que creo que no tendría más de dieciséis años utilizar
a un bebé estudiadamente sucio, con el vientre hinchado y con los ojos con
conjuntivitis para dar pena y pedir unos pocos dólares se me hizo muy cuesta
arriba. Creo que en ese momento aprendí que para ir a según qué sitios te
tienes que dejar el corazón y el estómago en casa.
Íbamos cinco
personas en ese viaje. Mis compañeros los recuerdo con cariño, eran gente maja.
Y la verdad que pronto el “espectáculo” del pueblo masai se nos atragantó y
pedimos al guía largarnos.
Bueno, el viaje
fue maravilloso y totalmente recomendable. Además hoy en día están mucho mejor
montados, con mas oferta y más asequibles.
Finalizando el
periplo, el día que tomábamos el avión de vuelta nos juntamos con otros grupos.
Y así como en el nuestro nos llevábamos de cine, había otro grupo que eran una
cuadrilla de gilipollas auténticos. Sobre todo uno de ellos no hacía más que
quejarse de todo. Y dijo algo
dirigiéndose al guía de la agencia que si lo oigo hoy en día le pego una ostia
“He venido a ver
el África auténtica y me voy desengañado”
“¿Por qué?”
“Bahhh, hemos
llegado a un poblado y los negros iban con zapatillas de deporte”
“Yyyyyy???”
“Que eso no es
auténtico”
“Escucha majo,
la auténtica África está hoy en día en Somalia, en los guetos Sudafricanos, en
El Zaire y en el Congo (estaban en guerra civil). ¿O es que no tienen derecho a
llevar zapatillas?”
“Bahhh. No son
auténticos”
El tipo era un
nacionalista convencido, y convencido es el nacionalista que se cree superior a
los demás únicamente por el motivo de que lo parieron donde lo parieron. Era de
esa calaña de hombres
Y también
aprendí que depende con quien te toque de grupo puede ser un gran viaje o una
pesadilla. También digo que siempre he tenido suerte. Y que hay gente viajando
que es auténticamente tonta, que en vez de disfrutar parece que salen a rabiar
y a pasarlo mal.
Quedan nueve días para el Roc en el Río
Te olvidas poner que las casas masai, en las paredes, no solo llevan barro, también caca de vaca.
ResponderEliminarA mí me encantó mi viaje por Kenia; y tuve la inmensa suerte de que mi grupo (por motivos que desconozco) se redujo a mi mujer, el guía y yo.
Tanto es así que un día salí solo con el guía, y estábamos a 3 metros de un león cuando llega otro vehículo con japonesidos (pleno al 15), y al verme solo ni miraron al león. Hasta creo que me hicieron alguna foto pensando que sería alguien importante. Cierto que ellos iban como sardinas. Fidel