El pasado sábado salí a dar una vuelta por nuestros montes montaraces con esto de ponerme en forma de cara al próximo viaje.
Dado que ya, cosas de que casi he acabado la treintena, cada vez madrugo mas pues para las siete y poco de la mañana ya me encontraba en la parte alta del monte. La mochila con algo para comer y un par de litros de agua, ya que tenía por delante una jornada de seis horas que me había planteado.
La mañana estaba de manual. El sol ya fuera, una luz espectacular, nada de viento y una temperatura excelente. Ahí iba yo a lo mío cuando un rumor llegó a mis oídos. Un zumbido extraño, algo parecido a un helicóptero pero menos potente
Empecé a deshojarme y como veo menos que una cabeza asada, no había forma de localizar la procedencia del sonido. Hasta que un reflejo, me lo mostró. Allá arriba estaba una persona disfrutando de la mañana como yo y con un paramotor. A unos trescientos metros de altura del suelo y enfocando hacia Lerín
De verdad, que envidia me dio.
Si hacéis click en la foto y ampliáis veréis al elemento en cuestión, justo encima del primer molino empezando por la derecha
Vaya mañana que se pegaría el tipo. Que forma tan curiosa de viajar.
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