"Una gitana leyó las cartas:
un camino
un camino lejano y una prisión
Quizá la vieja prisión central otra vez me aguarda,
aguarda a un joven...."
canción tradicional de los presos rusos
Ya os he contado en otras entradas historias de futbolistas de la antigua Unión Soviética. La historia de los héroes del Dínamo de Kiev, que plantaron cara a un equipo seleccionado por los nazis. La entrada fue esta
Y la historia, la triste historia, de Eduard Stretlsov, el que iba a ser el "Pelé blanco" y acabó purgado y deportado. La historia es esta
Hoy es la historia de cuatro hermanos, que suena bien, suena muy cinematográfica esta historia. Es la historia de los hermanos Starostin y también se desarrolla en la Unión Soviética. Esta historia empieza a caballo entre las revoluciones de 1.917 y lo que después vino; la guerra civil y el "terror rojo". Y como toda buena historia que se precie y se desarrolle en aquellas tierras y aquellas épocas, tiene que ser triste e injusta.
No sé que tiene el fútbol, pero es un deporte que levanta pasiones. Solo hay que oír ese dicho, que dice que una persona puede cambiar de pareja pero no de equipo de fútbol. Y de verdad que no conozco a nadie que se haya dado de baja de un equipo para hacerse seguidor de otro. Aquella URSS convulsa de los años 20 no era ajena a la pasión futbolística. Y en Moscú la pasión de sus habitantes se dividía en dos equipos; por un lado el Spartak de Moscú, el equipo del pueblo y de los obreros. Por otro lado el Dínamo de Moscú, el equipo del ejército y de la policía. Y de la muy temida policía soviética, el primero OGPU y luego el NKVD. Pocas bromas con ellos, una simple denuncia anónima podía dar con tus huesos en las animadas planicies de Kolimá.
Nikolai Starostin era bueno al fútbol. Bueno no, era cojonudo. Y además era el mejor de otros cuatro hermanos que también eran unos futbolistas excepcionales. Los cuatro hermanos consiguieron jugar en el Spartak al mismo tiempo y os podéis imaginar que aquello era el acabose en el estadio. Imaginad a un Athletic, a un Real Madrid o a un PSG en el que jueguen cuatro hermanos. Sería legendario.Además el Spartak se había fundado al amparo de los hermanos Starostin. Nikolau era amigo íntimo de Alexander Kósarev, el secretario general de las juventudes comunistas soviéticas, que por cierto, menudo pájaro estaba hecho, pero bueno, eso es otra historia. Fue su apoyo lo que permitió que un equipo de barrio, el Krasnaia Presnia, creciera y se transformara en todo un Spartak, comandado por los cuatro hermanos. Había empezado la leyenda.
Y cuenta la leyenda que el grito de la afición del Spartak en los partidos contra el Dínamo (el de los polis) era
"¡MATEN A LOS POLICIAS!¡MATEN A LOS POLICIAS!"
Ya veis que no se andaban con tonterías los hinchas en aquellas épocas. El clásico de aquella época era ese partido, el Dínamo-Spartak. Imaginad una retransmisión de aquellos partidos, con los cuatro hermanos en el campo.
"¡STAROSTIN ROBA EL BALÓN Y SE LO PASA A STAROSTIN, QUE LA JUEGA CON STAROSTIN QUE SE LA ENTREGA A STAROSTIN, QUE HACIENDO LA PARED CON STAROSTIN SE LA DEVUELVE, CUELGA A STAROSTIN QUIEN REMATA DE CABEZA Y GOOOOOOL DE STAROSTIN!"
En el otro equipo, en el Dínamo de Moscú, jugaba un personaje que fue crucial en la historia de la Unión Soviética. El terrible Lavrenti Beria. Un tipo frío, sin sentimientos, duro. Pero la palabra que probablemente mejor lo define es "sicario". El tipo que ejecuta los trabajos sucios que otro encarga. Como buen sicario que era fue el sucesor de otro sicario del mismo pelaje, de Yagoda. Otro puto sicópata criminal. Pues eso, sabed que Beria, aparte de llegar a ser el dueño, amo y señor de la policía secreta soviética, también fue jugador de fútbol. Y no era malo como jugador. Sí que lo era en todo el resto de aspectos humanos. Una alimaña y....... un rencoroso.
Beria odiaba a Nikolai. Como buen sicario, no podía soportar que alguien fuera querido por la gente. El era temido, pero no querido. Y Nikolai caía bien a todo el mundo.
En uno de los clásico esos que os he contado, Nikolai tuvo la mala suerte de hacerle un caño a Beria. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Dejarlo en ridículo en "su" estadio y delante de "su afición" y con medio campo riéndose de él, de el terror de las Rusias. Nunca se lo perdonó. Como buena serpiente que era escribió el hecho en el cuaderno negro de ofensas y quedó al acecho esperando momentos mejores
Y ese momento llegó cuando Kosárev, el presidente ese que os he contado, cayó en desgracia. Caer en desgracia en la URSS significaba parodia de juicio y una bala en la nuca. Y ese fue el final de Kosárev. Sin su valedor, el camino para Beria estaba libre. Ya en 1.939 Beria ordenó repetir una semifinal de Copa ¡HABIENDO GANADO YA EL SPARTAK LA FINAL!. Pues ni cortos ni perezosos los hermanos volvieron a ganar los partidos. Aquello fue el acabose para Beria, que ordenó la detención de los hermanos por "alabar deportes burgueses y tratar de arrastrar motivos burgueses al deporte soviético"
Esa vez los hermanos se libraron por los pelos. Intervino el propio Molótov, mano derecha de Stalin. Pero en 1.942 y ya en plena IIWW Beria se salió con la suya y detuvo a los cuatro hermanos. Fueron deportados a algún andurrial siberiano y...... fue el fútbol lo que los salvó.
Un Gulag no os penséis que era una prisión como las de aquí. Realmente era un trozo de tierra a mil kilómetros de ningún lado y en que se hacía la vida que se podía. Se trabajaba gratis para el estado pero aquello eran "pueblos" en los que la sociedad estaba presente, así como el orden. Y dentro de ese orden estaba el deporte y como no, el fútbol. Evidentemente todos querían a los hermanos en sus equipos, era una garantía.
Total que al final nada más y nada menos que un hijo de Stalin se acordó de Nikolai y lo reclamó como entrenador del equipo de fútbol de las Fuerzas Aéreas Soviéticas. Habían pasado seis años de infierno y aún así Beria se cogió un rebote de aupa. Pero evidentemente el hijo de Stalin era mucho bocado y se tuvo que aguantar. Pero siguió erre que erre y consiguió deportar de nuevo a Nikolai, eso sí, a un destino más amable como es Kazajstan.
Todo acabó con la muerte de Stalin y con la purga consiguiente que vino. Beria fue detenido en su vivienda y allá mismo le pegaron dos tiros.
Nikolai y sus hermanos volvieron a Moscú, y a donde no podía ser otro lugar, a su Spartak de Moscú. Y aquí empezó su leyenda de verdad, ganando cuatro ligas y quedándose subcampeón en tres ocasiones.
Nikolai murió en 1.996 cuando tenía noventa y cuatro años. Llegó a ser Presidente de la Federación Rusa de Fútbol y fue galardonado con numerosas condecoraciones deportivas. Es recordado como un hombre íntegro y bueno. El otro como una rata peluda y un asqueroso
La historia es así. No perdona. La foto que encabeza estas líneas es una estatua a los cuatro hermanos. De Beria lo único que hay son retratos en los libros de historia que cuentan su despotismo, su tiranía y maldad.
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