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Música

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viernes, 23 de octubre de 2015

Capítulo ducentésimo sexto "Haciendo el goloso por el mundo"

Con esta música entramos una vez en el pais de la pizza y pasta. Alguna cana menos llevábamos y algún kilopondio también. Toto Cotugno "L´italiano". Qué coros hacíamos



Mira que llevaba tiempo queriendo escribir sobre esto y el otro día apareció un artículo de Caius Apicius sobre el tema. Más o menos la manía esa de 

"Ya que estamos aquí, hay que comer lo que comen ellos"

Yo he sido de esos y la verdad es que no me niego a probar de nada. Excepto lo que no me apetece. Yo, que he bebido sangre de vaca mezclada con leche en un poblado masai y que con eso me arriesgué a pillarme todo el muestrario de fiebres maltas, me he vuelto prudente con el tema de la comida.

Nunca he entendido por qué hay que comer un saltamontes cuando en la carta del mismo restaurante tienes una apetitosa langosta o una chuleta que da gloria verla. Y si te limitas a pedir el filete, siempre alguno del grupo te tilda de soso y de poco viajado por no probar "lo que comen los de aquí". Pues que quieres que te diga, no lo veo lógico. Como lo que me apetece donde me apetece. Hay platos sencillos en los países donde viajas, recuerdo con agrado el "dal-bhat" en Nepal, que no era ni más ni menos que una mezcla de arroz y sopa de lentejas. Pues con eso estuvimos un mes andando por el país y no me hizo falta otra cosa. Eso sí, cuando volvimos a Katmadú me metí un pedazo filete de vaca entre pecho y espalda en la primera cena que me supo como nunca

Como os digo, yo ya no soy de "hay que comer lo que comen ellos". Normalmente "ellos" comen de eso por que no hay otra cosa, que si pudieran le pegaban una patada al plato de arroz con lentejas que sobrepasaba el Nanga Parbat. Toma no, a la mierda las "costumbres". Y de hecho si vas invitado a alguna casa y pueden ponerte encima de la mesa un plato que se salga de lo habitual de ellos, lo hacen. No te digo la cara de felicidad de una familia que nos pudo dar un día carne para cenar, se sintieron superiores (y nosotros agradecidos)

Tuvimos una experiencia con la comida en una carretera del centro de EEUU. En la parte de Nevada, creo que fue. 

Paramos en un parador de los de película de Tarantino. Con su indio de cartón piedra en la puerta, sus cactus, y sus pick ups con el rifle colgando. Entramos y tenía sus taburetes atornillados al suelo y sus camareras entradas en carrrrnes con la bata rosa de cuadros y la cafetera melita sirviendo ese aguachirri que llaman café. Y sus menús fotografiados y con su número puesto, para no dar lugar a confusiones ni hacer esperar a la camarera ni volver loco al cocinero.

Era un bar de camioneros, y los camioneros en todos los sitios del mundo son iguales, les diferencia únicamente el idioma que hablan. Camioneros grandes y gordos.

Uno de los menús era sorprendente. Ponía "Pruebe nuestra hamburguesa casera especial". Y venía la foto con sus pataticas fritas, su ketchup, su lechuga y sus ruedas de tomate. La diferencia con los otros sitios es que la vendían a peso (iba en plato, no en bocata)

La pequeña pesaba trescientos gramos
La mediana seiscientos
Y la grande novecientos.

No me imagino el tamaño del algarrobo que se metiera entre pecho y espalda novecientos gramos de carne picada acompañado de pataticas fritas y coca cola. Pero lo cierto es que si estaba en el menú, era por algo.

Luego que son el país del colesterol; no lo van a ser. Si es que con esa alimentación tan equilibrada no me extraña que se pongan malos

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