-"Joder, estoy hecha polvo", piensa ella mientras se dirige al coche.
Dos días de fiesta continua por Pamplona dan mucho de sí, sobre todo para acabar con las pilas descargadas. La verdad es que ha conocido a gente maja y con ganas de pasarlo bien. Todo un descubrimiento esto de los Sanfermines.
Ha perdido el contacto con el resto de sus amigas. Una se quedó en un bar con un tío que le hizo tolón. Y la otra la perdió a las salida de la plaza. Como el móvil está sin batería, pues eso, perdida. Ahora solo está pensando en llegar a su coche y dormir y descansar un rato
Las seis de la mañana; evidentemente el parking lleno de coches y ni un alma a la vista. Pero bueno, ahí está su vehículo. Llave en ristre se dirige a el, dudando de que lo vaya a conseguir de lo cansada que está. Se apoya, apunta con la llave y....... siente que la cabeza le estalla del golpe que ha recibido. Del impacto su rostro se aplasta contra la ventanilla y nota que la negrura la envuelve
-"Pero ¿Que está pasando?"
Se vuelve a ver de donde ha venido la ostia cuando algo pesado se empotra en su plexo solar. Primero el aire escapa de sus pulmones y luego siente que una arcada acude a su garganta. Ahora sí, siente como su cabeza cae dentro de un pozo negro. Todavía, antes de perder la consciencia, oye gritos de jolgorio y una voz masculina y aguardentosa que masculla
-"Está buena la tía ¿Ehhh? Nos lo vamos a pasar bien con ella colegas"
No puede hablar por la falta de aire. Y siente que se va a desmayar ya mismo. Antes de que la tiniebla se cierre solo acierta a pensar
-"Noooo. Eso no. A mí no......"
Luego, el silencio
......................
La luz se vuelve a hacer poco a poco. Intenta enfocar su mirada y va reconociendo bultos a su alrededor. El más próximo poco a poco va siendo una cara. Una mujer. Una mujer uniformada. Va de rojo. Y oye una voz
-"Vuelve en sí. Menos mal. ¿Me escuchas?¿Me oyes?"
No puede responder y como contestación levanta la mano. Toma aire
-"¿Quee.....?¿Que ha pasado?¿Donde están?"
-"Tranquila, afortunadamente no te han hecho nada más que la paliza. Este señor les gritó y escaparon antes de hacerte más daño"
Ella mira a su salvador. Y la verdad es que se lleva un chasco. Eso que está mirando parece cualquier cosa menos un señor. Un tipo con un bombacho caído a medio culo, sujeto por una cuerda y lleno de manchurrones añejos. Una camisa sudada de color marfileño y bajo una boina una sola ceja sobre unos ojos que indican de todo menos inteligencia. Pero afortunadamente el patán ese llegó a tiempo
-"Ggggracias...... muchas gracias"
-"Naaaaa. Encatauuuu dayudarla señorita"
La foral se dirige al patán
-"¿Y dice que no los recuerda?¿No los ha visto?"
-"Siiiii, pero esque...... esque...... no tengo mucha memoria. Dicen que no soy muy espabilao; mire, vendo achicorias por los mercadillos y tengo que llevar una lista con los precios, que si no no se ni cobrar. Mire mire...."
La foral no da crédito a lo que ve. Una achicoria, un euro. Dos achicorias, dos euros. Tres achicorias, tres euros..... y así hasta diez. Les tenía que tocar el testigo más tonto de todo Pamplona. Pero, afortunadamente su intervención ha sido providencial; aunque no van a sacar nada en limpio del bordeline que tiene delante. Tiene la mirada más tonta que ha visto en su vida
-"Hala, bien. Puede irse pero esté localizable. Deme su teléfono"
-"Y yo, ¿Con qué llamo entonces?"
-"Su número, ostias". El más tonto de todo Pamplona, está claro. Nada van a adelantar con la declaración del patán este
-"Pues si no lago falta....., mevoy. Me cojo la DKV y me vuelvo pa casa. Jodo que día, cuando lo cuente en el bar no me van a creer"
La foral mira al algarrobo sin dar crédito a lo que oye. Pero que fauna habita este país
....................................
Un olor acre invade sus fosas nasales mientras recupera los sentidos. Lleva mucho rato en total oscuridad y solo el balanceo del vehículo es lo que lo comunica con el exterior. No puede hablar ni moverse, algo parecido a la cinta aislante hace de mordaza y nota unas bridas que lo inmovilizan. Cree que van por un camino. Y le duele mucho la cabeza, nota como un estallido cada vez que el corazón manda un pulso de sangre. Sangre que la nota por el rostro, caliente y pegajosa
-"Pero.. ¿Que nos ha pasado?" Piensa para sí mismo
El vehículo se detiene y oye un portón que se abre. Que se cierra. Pasos que rodean el vehículo. Una mano que se apoya en la cerraja trasera. Un click. La puerta se abre y la luz de la luna invade la caja de carga. Una silueta se recorta tras la luna
-"Fin del viaje"
Una manaza tira del cuello de su camiseta y lo deja sin contemplaciones en el suelo. Ve que la silueta repite lo mismo y lanza otros dos bultos a su lado. Horrorizado, le cuesta reconocer a sus amigos. Tienen el cráneo horriblemente destrozado. Aún tiene la suficiente cordura para ver que solo han recibido un golpe cada uno. Eso sí, tremendo. Se fija en la silueta
-"¿De dónde ha salido ese espécimen?" Un tipo grande, en bombachos y con una camisa sucia. Y una sola ceja. Pero con unos ojos que dan miedo debajo de la ceja. Una mirada fría y calculadora. Una mirada de animal duro e inteligente lo contempla
Ve como el gañán lanza a sus amigos a una fosa que hay a su lado. Está en medio de un campo de achicorias. Y está aterrorizado, intentando gritar a pesar de la mordaza que se lo impide. Ve que sus amigos, aunque muertos, también están amordazados y empaquetados. Cinta americana, como en las películas y bridas anchas y negras
-"No te preocupes. No te dolerá. No soy como vosotros, no me gusta el dolor ajeno. Así que va a ser rápido. Ni te vas a enterar. Esto es un calibre 44. No vas ni siquiera a oír el ruido del disparo"
Un agujero negro al final de un cañón de un pistolón es lo último que ve. Bueno, lo penúltimo. Lo último es un dedo en una manaza que se curva en el gatillo
Luego, la oscuridad
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Pedro Salazar Ibiricu está en su casa tomando una ducha de las que le gustan. Primero diez minutos con el agua hirviendo y luego tres con el agua helada. Ha sido un día largo. Duro. Duro y asqueroso
-"Te estás haciendo viejo, Salazar". Piensa mientras mira su reflejo en el espejo
-"Viejo y malvado. Antes no eras así". Vuelve a reflexionar
Pedro hay veces que siente miedo de sí mismo. Lo que hoy a hecho es propio de fiera herida. Seguir como ha seguido a los tres chacales que perseguían a la chica
Sin intervenir.
Dejar que la rodearan. Sin intervenir. Dejar que pegaran a la joven. Sin intervenir. Esperar a que ella quedara sin sentido. Sin intervenir. Esperar a que el primero se bajase los pantalones. Sin intervenir.
Y en ese momento coger la llave de perro que siempre lleva en la DKV. E intervenir. Tres rápidos golpes han bastado. La herramienta pesaba cinco kilos, más que contundente. Dos han muerto casi en el acto y el tercero herido.
Se ha cerciorado de que la chica estaba bien. Ha llevado los dos cadáveres y el futuro cadáver a la DKV y luego ha llamado al 112. No han tardado y han funcionado muy profesionalmente. El también. Su alias de alcachofo medio tonto es una identidad lo suficientemente blindada como para ser creíble. Y luego, acabar el trabajo. Conducir toda la noche, cavar la fosa y dar el carpetazo al asunto
Al principio Pedro pensó detener a los violadores y entregarlos, pero, ¿Para qué?. Un delito de agresión sin más. Cualquier abogado los hubiera sacado con una condena mínima.
No. Eso no. Es mejor algo definitivo. Y este tipo de gente no tiene remedio. Así que hizo lo que hizo, esperar a que la chica quedara inconsciente para que no fuera ni testigo ni cómplice. Ella, ha quedado al margen y a salvo
Pedro reflexiona ante su cena que no ha tocado. Les dio una oportunidad. Si uno de ellos, solo uno, hubiera mostrado un poco de cordura no hubiera ocurrido lo que ha ocurrido. Si uno se hubiera dado cuenta de lo que iban a hacer, si hubiera dicho "Oye tíos ¿Qué estamos haciendo? Esto se nos va de las manos"; Pedro no los hubiera matado.
-"Por favor, mostrad un poco de cordura. Por favor" Es lo que Pedro pensaba hasta minutos antes de intervenir.
Luego, no hubo ya remedio. Remedio para ellos
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Esa noche, una aún aterrorizada joven está pensando en lo ocurrido. Lo que más miedo le da es que no llegó a ver las caras de sus agresores. Le da pánico pensar que cualquier hombre que se cruce por la calle puede haber sido alguno de los que la intentó forzar.
Sus pensamientos los interrumpe una vibración del teléfono. Algún amigo a darle ánimos, piensa. Coge el teléfono y atónita lee el mensaje
-"Puedes estar tranquila. No te volverán a molestar. Ni a ti ni a ninguna otra mujer"
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