Hay veces que a los seres humanos se nos va la perola, pero ¿Hay algo más bonito que soñar? Es de lo poco que queda gratis y lo único que es totalmente libre y siempre lo seguirá. Soñar es lo que hizo un hombre que se llamaba Herman Sorgel, un ingeniero alemán en los años 30
Eran años de Maltusianismo, de pensar que el crecimiento humano iba a ser imparable. Algo que se vio con el desarrollo de los abonos sintéticos que inició un crecimiento exponencial de la población. Y Herman se preguntó ¿Cómo vamos a hacer para alimentar a todos?
Pronto dio con la solución. Pasaba por el aumento de las tierras cultivables. Poner mas tierra en producción para aumentar el cultivo de vegetales y con esto más ganado. ¿Pero?¿Y como lo hago? Pues a Herman se le ocurrió la solución. Con un dique. O presa que también se llama
Herman planteó construir un enorme muro de 35 kilómetros de largo y medio de ancho y trescientos metros de altura entre Gibraltar y Tánger. Con esto, evitar el aporte de agua desde el Atlántico al Mediterrano. Y como sin ese aporte el balance hídrico es negativo..... pues en sesenta años más o menos el Mediterráneo prácticamente se secaría. Quedaría una especie de Okavango entre África y Europa y se recuperarían del Mar 500.000 kilómetros cuadrados (mas o menos la medida de España), tierra que evidentemente se pondría en cultivo. Además la presa permitiría crear una central hidroeléctrica de 50.000 megavatios. Vamos, tierra y luz para más de cien millones de personas. Además Sicilia se uniría con Italia y Córcega también. Todo el Adriático cultivable..... todo todo bueno.
Y no contento con ello, nuestro buen amigo Herman planteó otro dique en el Mar Negro y otro por mitad del Mediterraneo para dejar una parte navegable. Vamos, que se ponía a darle a la hormigonera y no se acordaba de parar.
Las consecuencias inmediatas de que las ciudades costeras quedaban a kilómetros del mar..... pues las obviaba. Ya moveremos o las ciudades o las personas sugería Herman. Y que el aumento de la salinidad provocase la extinción de toda especie marina...... pues también daba igual. Para sorpresa de Herman su proyecto no tuvo buena acogida. No le hicieron mucho caso a nuestro buen amigo
Y llegó Adolf Hitler. Y Herman, a pesar de estar casado con una judía le fue con los planos al cabo de Baviera. Hitler torció el bigote y le dijo a Herman que no, que se fuera a otro sitio a dar la murga que el estaba por otras cosas que eran tipo solución final.
El proyecto cayó en el olvido
Sí que os pido una reflexión. Herman era un hijo de su tiempo y la preocupación por la naturaleza, la biodiversidad y los estudios de impacto ambiental simplemente hace ochenta años era inexistente. Este canto a la ecología es moderno y exclusivamente propio de países modernos. Vamos, dicho en plata, de personas que tenemos nuestro mínimo vital asegurado y que vivimos en países en los que hay seguridad. Barbaridades como la que propuso Herman se hicieron. Si no, id a buscar en los mapas el Mar de Aral, a ver que encontráis. Nada, Nada de nada, por que ha desaparecido en aras de algo parecido, de buscar más tierra cultivable.
Lo que hoy nos parecen barbaridades, en su época tuvieron su sentido aunque ahora no se lo veamos. Así que hay que tener cuidado con juzgar la historia.
Muchas veces, no es justo hacerlo desde nuestro punto de vista
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