Os presento a Sanduk Ruit
El viernes fue un día contradictorio para mí. Por la mañana tuve unos recuerdos preciosos acerca del viaje a Nepal y por la noche recordé Paris. Contradictorio a más no poder. No voy a escribir estos días acerca de lo ocurrido en Francia, es mejor dejar reposar los sentimientos y que estos den paso al sentido común, así que voy a contaros lo de Nepal
Venía de una obra el viernes con la radio puesta, y contaron una historia que ya conocía, la de Sanduk Ruit, el señor que ilustra estas líneas.
No voy a caer en la petulancia de decir que "Nepal me marcó" ni mucho menos. Siempre os digo que cuando salgo de casa a esos países me dejo el corazón y el estómago en Peralta Monumental, no siento pena, ni lástima ni culta; sé que no puedo resolver nada de lo que allí ocurre así que me limito a ver y volver con lo que allí he visto. Y de eso va lo de hoy, de ver
Caímos un día en un monasterio nepalí, de los de clase media, no como podían se Tengboche o algún otro megamonasterio de esos; era uno de los de andar por casa. Es curiosa la hospitalidad que hay en Nepal, todo está abierto a todo el mundo, quizás por que hay poco que robar. Total que nos dedicamos a pasear, osea, a cotillear por todo el monasterio. Y un chaval en un correcto inglés se dirigió a nosotros. Lo de siempre, que de donde, que cuanto valía el viaje, que cuanto ganábamos, que...... las mil preguntas de un adolescente desqueacerado. Nos contó su vida, su breve existencia, y nos dijo que sus padres con gran sacrificio le estaban pagando los estudios en el monasterio. Que los monjes cobraban muy poco, lo que podía pagar cada uno, pero que sus padres se esforzaban por que el tuviera estudios y no fuera un mero paria como ellos. Orgulloso nos enseñó su libro. Sí, sí, os digo bien, su libro, no sus libros. En ese libro estaba todo el conocimiento del mundo, todo lo que se sabía; y os estoy hablando de hace veinte años, cuando ya empezaba lo de internet. En un libro ese chaval pensaba que estaba toda la ciencia del mundo
Me puse a hojear el libro en cuestión. Me recordó aquella "Enciclopedia Álvarez" de la que mis padres me hablaron, la que estaba todo el saber mundial en ella. En la parte de astronomía aún se refería el libro a un sistema quasi heliocentrista, o sea, que el sol era el centro del universo. Así de científico era el libro. El chaval quería ser ingeniero para con sus conocimientos dotar de una potabilizadora a su aldea. Fueron unas horas agradables las que en ese monasterio tuvimos
La historia de aquel chaval es similar a la de Sanduk Ruit, otro nepalí, también hijo de un matrimonio pobre y que sus padres se esforzaron por que su hijo tuviera estudios. La diferencia es que Sanduk quería ser médico en vez de ingeniero. Sanduk había visto morir a su hermana debido a que no tuvo acceso a la medicina.
Sanduk era, bueno es, un tipo con un coeficiente intelectual bestial. A puro de esfuerzo sus padres y él, completó los estudios digamos de bachiller. Alguien se fijó en él y lo becaron, y estudió medicina primero en Nepal y luego en Australia y EEUU. Allí acabó con un brillante currículo y con un porvenir maravilloso. Se especializó en oftalmología y ser "medico de los ojos" en Estados Unidos equivale a ser rico.
Pero Sanduk eligió volver a su Nepal. Y allí fundó una clínica oftalmológica. Al principio aquello fue casi "ilegal" por los métodos que Sanduk había desarrollado para operar cataratas. Bueno, vamos a ser justos, la técnica la desarrolló otro médico, un australiano llamado Fred Hollows y Sanduk la perfeccionó como buen discípulo que era.
Y Sanduk empezó a operar. Cobraba a cada uno en función de lo que podía pagar, algo que en la sociedad occidental nos suena raro, pero que en esos países budistas está a la orden del día. El que tenía mucho, pagaba mucho, el que tenía poco, poco; y el que no tenía nada, no pagaba nada.
Sanduk ha operado de cataratas a más de 100.000 personas. No no, no me he equivocado. Con su técnica, en diez minutos opera una catarata. Y eso supone dar la vida en Nepal a una persona. Supone que una persona pueda cocinar, cuidar el rebaño o cultivar su huerto. Supone devolverle la vida en diez minutos
Sanduk es a fecha de hoy una eminencia en el tema de oftalmología y reconocido a nivel mundial. Pero él sigue desarrollando casi toda su tarea en su clínica en Katmandú. Y ahora ha desarrollado un "quirófano portátil" con el que recorre los pueblecitos nepalíes devolviendo la vida a sus habitantes.
Todo es a base de donaciones. Y como el dice, pequeñas gotas que hacen océanos de esperanza.
Un pequeño homenaje a Sanduk y a su mentor, el doctor Hollows. Gente desprendida y solidaria como ellos es lo que el mundo necesita
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