Cuando viajas a sitios "pobres" te cambia la percepción de las cosas. Nosotros lo tenemos muy sencillo con un tubo por donde llega gas, otro con agua y un par de cables por donde entra el teléfono y la electricidad.
Pero en la mayor parte del mundo no es así. Y como hay que seguir cocinando y calentándonos, pues no queda más remedio que coger el hacha y liarnos a talar árboles. Y así pasa.
Con la revolución industrial y sobre todo con el descubrimiento de los fertilizantes artificiales se inicia el despegue demográfico de la humanidad. Y hay que cocinar y calentar a todos. Es curioso el ejemplo de Haití y de la República Dominicana. Dos países fronterizos, uno está deforestado y el otro es un vergel. Es la diferencia entre ser muy pobre y serlo menos
Europa en el siglo XVIII iba camino de la deforestación. La única forma de obtener acero implicaba el uso de carbón vegetal. Y así iban los bosques, cayendo uno tras otro. El carbón vegetal, exento de impurezas, era básico en siderurgia y como os digo Europa llevaba camino de ser un erial.
Hasta que en 1.603 el inglés Plat vio que con el carbón podía hacerse lo mismo que se hacía con la madera, que se podía calcinar. No fue hasta 1.800 hasta cuando se empezó en serio a "fabricar" este carbón "cocinado" y emplearse en altos hornos. Este carbón es lo que se llama coque. Partiendo de hulla y calcinándola se obtiene este otro combustible que es lo que como os digo se utiliza en siderurgia.
Yo actualmente cuando se denosta como se denosta al carbón no dejo de mirar un poco de lado con socarronería. Evidentemente que el carbón genera CO2 que es un gas de efecto invernadero. Pero sin carbón, hoy no tendríamos bosques
Pongamos a cada cosa en su sitio.
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