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lunes, 2 de junio de 2014

El poder de las semillas

Vivimos una época un poco loca, de prisas, berridos y frentismos. O conmigo o contra mí y esto se manifiesta en todas las facetas de la vida. Si eres de izquierdas tienes que estar a favor de las renovables, en contra de los trangénicos y ser del Barcelona. Si eres de derechas tienes que estar a favor de la energía nuclear, de los transgénicos y ser del Real Madrid. Así de estúpida es la época que nos ha tocado vivir

Ya el viejo Stalin (hecho de acero) aprendió en valor de las semillas y lo practicó en un país que ahora está de actualidad, Ucrania. Los agricultores no pintan mucho dentro de la filosofía comunista. El comunismo se entiende y está diseñado para actuar en una sociedad industrial. El agricultor es propietario de la tierra, se siente apegado a ella, la heredó y la dejará en herencia. Esto en la filosofía comunista es toda una herejía. Y.... ¿Qué se hace con un hereje? Pues hereje a la parrilla. Y esto es lo que Stalin hizo en Ucrania, el exterminio de un país que era y es agrícola. Ahora bien, una cosa son las intenciones y otra hacerlo. ¿Cómo coño te cargas en un país de cuarenta  millones a un colectivo de diez? Es complicado. Fíjate la que montó su coetáneo Hitler. Que si detén, que si transporta, que si haz campos de concentración, que si haz campos de esterminio, que si Zyclon B, que si hornos...... bufff, pensó Stalin, que latoso. 

Pues nuestro amigo Iosif hizo algo muy sencillo. Les quitó las semillas y cerró el país a cal y canto a importaciones y exportaciones. Y ¿Qué pasa con un agricultor que no puede sembrar? Que no cosecha, que no da de comer a sus animales, que estos se mueren de hambre y después se muere de hambre el labrador. Sencillo y efectivo, como todo lo que hacía el viejo cabrón de Stalin.

Quien posee el control y el dominio de las semillas y los abonos, tiene al mundo agarrado de los huevos.

Camino de los ocho mil millones de habitantes vamos y es tarea de la industria y de la ciencia, o sea de todos, que todo el mundo tenga acceso a una alimentación digna. La investigación en transgénicos es un camino necesario e imprescindible para lograr que un nivel de nutrición adecuado sea universal. Lo triste es que esta investigación se ha dejado exclusivamente en manos de multinacionales, lease Monsanto y compañía, siendo como debiera ser los países los que estuvieran encabezando y liderando esta rama científica.

Dejar los sectores estratégicos en manos privadas que únicamente buscan la rentabilidad a corto plazo es un error de bulto. Y así está pasando. Sectores sociales confunden la investigación en transgénicos con el comercio de las semillas, y ven el enemigo a batir en ambos frentes

La investigación en transgénicos debe continuar. Y los países del mundo se tienen que poner las pilas en cuanto a lo que es el mercado de semillas. Dejar este sector estratégico en manos de cuatro compañías suponer hipotecar el futuro de ocho mil millones de personas

La investigación en transgénicos ha aportado a la humanidad el arroz dorado, con un contenido de betacaroteno muy superior al arroz tradicional. Esto supone que millones de personas en el tercer mundo no van a tener carencia de vitamina A y no van a padecer ceguera. Esta investigación ha creado plantas que necesitan un aporte de agua mucho menor, mejorando las cosechas en países de clima semidesértico. Recientemente la Universidad de Córdoba ha desarrollado un trigo sin gluten, que puede mejorar la vida de millones de celíacos. Nunca hay que dejar de investigar, esto es lo que ha hecho que la humanidad salga del barro, las cenizas y la mierda.

Yo estoy claramente a favor del la investigación en transgénicos, pero que sean los países del mundo los que lideren y controlen esta investigación y el comercio de esta semillas. Los transgénicos tienen que suponer un avance en la historia de la humanidad, no que miles de agricultores se empobrezcan. Y esto es lo que está sucediendo por dejar en manos privadas esta rama de la ciencia.

Acabo con lo mismo que he empezado, con los frentismos entre izquierda y derecha. Sabed que Pablo Echenique, un cientítico que ha salido elegido por el partido sorpresa, Podemos, hombre poco sospechoso de estar en nómina de Monsanto ni de ser del PP y hombre con una formación en bioquímica brutal está a favor de la investigación en transgénicos. Siento haber tirado por el suelo algún mito, mil perdones

http://esmateria.com/2014/05/30/yo-inclino-por-usar-ratoncitos-en-investigacion-para-acercar-una-medicina-humanos/

Y os dejo un enlace a una carta que Juan Segovia, sindicalista de verdad, publicó en Mundo Obrero y que fue simple y llanamente censurada

http://www.eparquiodelgado.com/index.php/ecologismo-y-transgenicos-una-propuesta-desde-la-izquierda/

La ciencia no es ni de izquierdas ni de derechas. Ni la ecología. Ni la energía. Ni el Madrid ni el Barcelona. Y sabed que el primer trangénico nació cuando el primer agricultor hace seis mil años hizo el primer injerto

1 comentario:

  1. De acuerdo en que las semillas (transgénicas o no) no deben estas controladas por 4 multinacionales, lo mismo que el agua y bastantes cosas más, pero para que eso cambie, primero tienen que cambiar muchas cosas, empezando por que la clase política durante y después de ocupar su mandato, no debe ocupar puestos importantes en estas empresas privadas.

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