lunes, 15 de octubre de 2018

Capítulo ducentésimo cuadragésimo cuarto: "Alfa, north face, doctor, helmsman...."

Música de hoy, "The river", de Bruce Springteen. La música es un poco ñoña para lo bien que nos lo pasamos en el río, pero como este blog es mío pongo la música que me da la gana


nuestra tripulación




Antes de seguir con las entradas semanales tipo "capítulo ducentésimo ........" tengo que hacer una advertencia de carácter semántico dada la tontuna que ha invadido este país en el que vivimos. En el país de los ofendidos profesionales me refiero.

Cuando de ahora en adelante y en las entradas siguientes diga "nuestro cocinero", "nuestro conductor",  "mi remero" o "mi porteador" el adjetivo "mi, tu, su, nuestros, nuestras......" o lo que se os ocurra no denota posesión. Denota relación.

O sea que si digo "mi remero" no quiere decir que considere a Helmsman "mio de mi propiedad". Lo que quiere decir es que hay una relación de amistad, comercial o de lo que sea. No es lo mismo que si digo "mi land rover" o digo "mi primo". Uno indica posesión, el otro relación. La frase que lo resume es 

"Yo llevo a mi primo en mi land rover"

Como vivimos en la era de la corrección semántica hago esta puntualización, no sea que me ponga alguna asociación alguna querella por lo criminal en el juzgado de Tafalla por neocolonialista asqueroso. Que tendría narices pero no lo descarto

Hecha la matización, que vale de ahora en adelante, paso a narraros la tontada del día.

Una de las fases mas bonitas del viaje fue el descenso del Río Manambolo. Posiblemente este sea uno de los lugares del mundo mas inaccesibles a los que se puede ir sin que te peguen un tiro o te secuestren. En el río Manambolo no hay peligro alguno, solo que es un sitio que está a cuatro jornadas de algún lado. Es el colmo de la soledad. Allá vas solo, en compañía de los que son tus colegas de viaje y tus remeros. Pero no te encuentras a casi nadie a lo largo del viaje.

El descenso del río son cinco días remando. El primer día consiste en un trek de tres horas hasta Ankavandra, el pueblo de donde se parte, y luego por la tarde otras tres horas de remo. Los siguientes dos días se rema durante todo el día, unas siete horas. El cuarto día remamos por la mañana y por la tarde hicimos un paseo hasta una cascada y unas piscinas naturales. El quinto día fue de remo por la mañana y a mediodía llegamos a nuestra meta.

En total cinco días metidos en el río, que no está mal; unas veinticinco horas de remo total. Y mi entrenado ojo de albañil pronto midió la velocidad a la que bajábamos, velocidad crucero similar a la del paseo. O sea que veinticinco por cinco, son ciento veinticinco kilómetros de remo los que hicimos, lo que no está nada mal para unos aficionados.

Como os digo la experiencia para nosotros fue fantástica, pero yo sinceramente reconozco que no es para todos los estómagos. Estar remando durante todo el día con una pausa para comer y luego tener como sitio de descanso una tienda de campaña y una colchoneta pues puede que no sea la meca de lo que la gente entiende como unas "vacaciones de ensueño". A cambio tienes la camaradería que se gesta entre todos los compañeros de viaje y el trato y el roce que tienes con la población local. Es algo parecido a lo que viví hace veinticinco años en el trek de Nepal. Algo muy bonito

Afortunadamente venía Marta con nosotros, que había hecho remo en aguas bravas. El segundo día antes de meternos al río nos dio cuatro conceptos de como remar y sobre todo de como no remar. Y vaya que si se nota, mejoras la palada una barbaridad

El río es para verlo. En pocos sitios cubre mas de al pecho, siendo la mayoría a medio muslo la profundidad que marca. El fondo y las orillas son arena, de una arena gruesa, parecida a la de cualquier mar de nuestro país. Y hay zonas donde la piragua toca fondo y no toca mas que bajarte y empujar. Así durante horas sube, baja, rema...... como os digo una experiencia bonita pero que si te tomas en serio lo de remar pues acabas..... ligeramente cansado

"Bueno vallacuero, ¿Y ese título que le has puesto a la entrada?¿Que carajo es Alfa, North face, Doctor....?"

Pues son los nombres que yo les puse a los remeros a mi criterio. Es que soy un puto desastre para esto de acordarme de los nombres de la gente, así que me permití la licencia de "bautizarlos". Alfa era el que hacía las veces de jefe, North Face era uno que aun haciendo un calor del demonio no se quitaba el forro polar de esa marca ni por equivocación, Doctor era otro que el año pasado recompuso la muñeca rota a un cliente que se la había partido y el último era el mío, Helmsman, o sea "Timonel". De la mitad de las veces que me volví durante la travesía, el tío siempre estaba simplemente timoneando. Se ve que lo de remar me lo dejaba a mí, al puto blanco.

Pero lo que siempre os cuento. Los tipos son de hierro. Yo era el mas madrugador del grupo, normalmente para las cinco o cinco y poco ya estaba fuera de la tienda. Me encantaba verlos moverse a primera hora; como sombras fantasmales y sin apenas hacer ruido para no molestar. Como encendían el fuego e  iban preparando el desayuno para todos. Y mientras nosotros desayunábamos como señores, ellos iban levantando el campamento. Para cuando dábamos cuenta de la comida, ellos ya tenían todo preparado para salir. Normalmente remábamos un par de horas y hacíamos un descanso. Otras dos horas de remo y nos preparaban la comida (con mantel y todo) por la tarde repetíamos el plan y era en las horas de la noche cuando hacíamos la comida mas en condiciones.

Y como no, como siempre en África. Tras cenar, tocaba fuego y a bailotear en torno a la hoguera. Hasta yo, que estoy hecho un pan sin sal, alguno de los días me animé. Y ya se que no os lo creéis, pero fue así.

Fueron cinco días acojonantes. Con mucho trato con los lugareños, dado que aunque no te das cuenta, tu bienestar depende de ellos, de los remeros. De los diez hombres que nos acompañaron y de la mujer que bajaba con nosotros, la que se encargaba un poco del tema de la cocina.

Como os digo íbamos diez canoas y era una imagen bonita el vernos. Yo particularmente me gustaba o ir muy adelante, para ver el paisaje "sin nadie", o atrás del todo, para ver la estampa de las ocho o nueve barcas

"¿Y ya está?¿No os pasó nada reseñable?"

Pues sí voz en off, pasaron un montón de anécdotas que os las iré desgranando a lo largo de estos días. Vamos que lo que no faltó durante nuestra época de galeotes fue cansancio y..... muchas muchas risotadas. Dios mío, había días que acababa con agujetas de tanto reír.

Y ya sabéis, que yo soy un tipo de mucho reír.


Preparando la salida




Y esta por la noche, antes de cenar

(foto de Maribel). Aquí descansando, a la hora de
comer


(Foto de Gema). Un día que dejamos el "río principal"
y nos metimos por un afluente



Y este vídeo, que lo grabó Maribel.










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