miércoles, 26 de octubre de 2016

Mujer en la cumbre

Música de hoy, vamos a Italia con Cotugno "Solo noi"





Mirad a esa mujer de aspecto debilucho de la foto de arriba; es Junko Tabei. No sé que significará en japonés, su idioma, su nombre. Pero yo lo voy a traducir como me da la gana, que para eso esto es mi blog. Voy a traducirla como "la primera". 

Hay espacios de la vida que tradicionalmente han sido ocupados por hombre  y vetados a las mujeres; la montaña es una de ellas.  La montaña es algo similar a la exploración e históricamente las cosas son como son, como os digo este espacio ha estado prohibido para las mujeres. 

"Son más débiles"; "No tienen capacidad de liderazgo"; "En momentos complicados se arrugan" y ciento y pico más de excusas se han dado. Afortunadamente las cosas están cambiando y ahora ni es raro ni se nos hace raro ver mujeres en la montaña. Pero como en todo, siempre ha tenido que ser alguien el primero, en este caso la primera

Es el caso de Junko, la japonesa, la pequeña mujer de hierro. Esta es su historia, la historia de una persona enamorada de la libertad que da la montaña

Lo cierto es que la montaña ha cambiado no solo para las féminas. Ahora si estás en forma y tienes pasta puedes acceder a escalar casi cualquier cumbre del mundo. Otra cosa es que te mates, pero lo que es la cima ahí está y te llevan a ella. No siempre ha sido así y hasta hace poco enfrentarse a algo que tuviera más de cinco mil metros era jugarse la vida.

En los años setenta Nepal era un país cuasi medieval y cerrado al turismo. Se concedía solo un permiso para ascender al Everest. Las aproximaciones al campo base se hacían a pie, no en helicóptero como se hace ahora. Los equipos eran muy pesados, la impedimenta tremenda y eso exigía expediciones carísimas. Además las empresas deportivas no existían prácticamente y el patrocinio era casi nulo

Ascender una cumbre era casi un asunto de estado y así se trataban a los montañeros que conseguían un ocho mil. como héroes de estado.

1.975 fue declarado por la ONU "año internacional de la mujer". Es curioso, esto nos puede dar idea de como estaba el tema de la igualdad hace escasos cuarenta años. Que se declara "año internacional" es una medida de que hace como os digo cuarenta años la mujer no pintaba nada de nada prácticamente a nivel internacional. Pues para intentar ir paliando poco a poco esa desigualdad se decidió que 1975 iba a ser el año de la mitad de la humanidad

Junko, nuestra protagonista, pertenecía a una familia pobre en un país pobre que acababa de salir de una guerra y pasaba de la edad media a la edad actual. Japón en los años cincuenta era eso, un país medieval. Junko descubrió su amor por la montaña a los diez años, en una excursión de la escuela. Lo que pasa es que siendo como era hija en una familia pobre no pudo repetir la experiencia. Fue en la universidad (hizo filología inglesa) donde retomó la afición y vio lo machista que era ese mundo. Allí empezó Junko con lo que fue la filosofía que marcó toda su vida

"Tu piensa y dime lo que quieras, que yo haré lo que me de la gana". Junko era pequeña físicamente, pero mentalmente era un gigante. Junko, a la que sus compañeros montañeros universitarios ninguneaban, fundó en 1969 el primer club de montaña para mujeres en Japón

En 1975 el permiso para escalar el Everest fue para Japón. Y Junko, la cabezona de ella, consiguió que dicho permiso fuera para su club de mujeres. E inició la expedición

Esto es y era algo muy caro. Ellas juntaron el dinero como buenamente pudieron. Hicieron prácticamente toda la impedimenta necesaria a mano. Y fueron a enfrentarse con la montaña. 

Hay abundante documentación en la red de como fue la escalada, que como todas fue algo épico. Junko estuvo a punto de morir, pero la expedición hizo cima. Fueron las primeras mujeres en la cumbre del Everest

La carrera en la montaña de Junko empezó ahí y continuó. Escaló las siete cumbres mas altas de cada continente, abrió rutas nuevas, se implicó en asuntos medioambientales, se hizo altavoz de la igualdad entre sexos...... siempre sin gritar, sin levantar puños pero siempre saliéndose con las suya. Era una corredora de fondo, ganaba por desgaste de su adversario.

El pasado día veinte, con setenta y siete años, Junko cerraba los ojos derrotada por el cáncer. Plantó cara a la enfermedad con la misma filosofía con la que vivió, pero esta vez no pudo hacer cima


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