martes, 2 de agosto de 2016

Adelantaos, siempre los ha habido

Música de hoy, The animals "House of the rising sun"




La verdad es que eso de la mitología da mucho de sí y da lugar a mucho espacio para la imaginación. El como cada una de las diferentes culturas o civilizaciones ha explicado el mundo es una parte muy divertida de la historia. Sobre todo por que como todo es imaginado, nadie sale perjudicado.

El mito de Pandora tiene su encanto; se explica la creación de la mujer pero aquí no es tratada como en las religiones Abrahamicas, sale mejor parada. Eso sí, mi favorito es Prometeo. Como se la jugó a los dioses para traer el fuego a los hombres es una historia deliciosa. Realmente Prometeo es quien trae la llama del conocimiento a la humanidad, sacándola de las tinieblas del desconocimiento. Un gran tipo Prometeo, que como premio por parte de los graciosos dioses por su engaño lo encadenaron a un acantilado y lo condenaron a que un buitre todos los atardeceres le arrancase el hígado. Simpático y gracioso que era Zeus. Afortunadamente Hércules puso las cosas en su sitio y liberó al pobre Prometeo, que no ganaba para destrozos hepáticos

¿Y después de Prometeo? Pues hubo otro Prometeo, el señor ese que encabeza estas líneas. Se llamaba Jacques de Vauncason y el mismísimo Voltaire lo tituló "El nuevo Prometeo". No sería un don nadie cuando una mente como la de Voltaire lo elevó a los altares del Olimpo.

¿Que qué hizo? Pues este señor era un genio de la mecánica y de la miniaturización. Construyó toda una serie de aparatos (totalmente inútiles, eso sí) que crearon el asombro a todo el personal y todas las cortes reales que en Europa había. Hay que reconocer que se le iba un poco la perola, estaba obsesionado con crear vida artificial, que ya es obsesión

La mayoría de sus gadchets se han perdido, pero creó un flautista que imitaba a la perfección los movimientos de un humano y tocaba doce melodías. Y en su afán de mejora se volvió loco buscando algún material que imitase la piel humana. Como os día Jacques estaba obsesionado con crear vida. 

Hasta un pato que comía y transformaba el grano en caca hizo nuestro protagonista. 

No acabó bien. Hubo una huelga de mineros y a las autoridades no se les ocurrió otra cosa que encargar a Jacques que construyera "mineros artificiales". Ya se metió en el proceloso terreno de "lo social" y sus inventos fueron saboteados, causando varios muertos en la mina. Acabó en el exilio, solo y abandonado

Cincuenta años más tarde Goethe siguió su pista intentando encontrar sus inventos. No queda legado alguno de este señor, fuera de cuatro bocetos

Otro más de los olvidados de la historia.  



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